Fumar porros en Holanda en un coffee-shop, desde el próximo uno de enero, será una actividad exclusiva para nacionales o residentes en el país . El gobierno holandés endurece la normativa para el consumo de marihuana y pierde uno de los principales atractivos de su turismo.
Las tiendas de souvernirs de Ámsterdam venden todo tipo de cachivaches en los que una planta de marihuana aparece como símbolo de la ciudad y del país. Holanda despenalizó el consumo de cannabis en 1976, con el límite de cinco gramos por persona, con el fin de separar los mercados de droga blanda y dura y terminar con la venta clandestina.
Se abrió así un negocio que ha atraído a millones de turistas europeos y que ha promovido la apertura de 650 coffee shops, donde se vende maría libremente, con un amplio menú, a una clientela formada habitualmente por más extranjeros que holandeses.
La estampa típica de Holanda dejará de serlo desde Año Nuevo. El consumo en esos locales queda restringido a los holandeses y extranjeros con permiso de residencia. Además los establecimientos se convierten en clubes de fumadores que no podrán contar con más de 2.000 socios con carnet y el producto que ofrezcan estará permanentemente inspeccionado para que se ajuste a la normativa.
La cuestión es que el cannabis fabricado en Holanda es ahora mucho más potente. La planta se manipula durante su cultivo y supera el 15% de tetrahidrocannabiol, la cantidad autorizada de principio activo, a partir del cual, los efectos de la marihuana en el cerebro se consideran dañinos. Como esta variedad se vende habitualmente en todos los coffee shops, el gobierno ha decidido tipificarlos como droga dura y eso cambia todo el panorama de la venta libre de porros.
Para evitar la propagación del consumo entre los jóvenes, además, en 2014 no podrá haber locales de venta y consumo a menos de 350 metros de un colegio.