En el acto de conmemoración de esas tragedias dijo que más de 200.000 personas fallecieron por la radiación nuclear, por las réplicas de los estallidos y por la radiación térmica derivadas de las bombas lanzadas contra Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y, tres días más tarde, contra Nagasaki. Otras 400.000 personas murieron, y continúan haciéndolo, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) por los impactos de esas bombas atómicas.
«Mientras ustedes mantengan vivo el recuerdo del bombardeo, también deberá la comunidad internacional persistir hasta que nos hayamos asegurado de que las armas nucleares se hayan eliminado», dijo Ban el jueves 6.
La ONU, desde su creación hace 70 años, viene buscando eliminar las armas de destrucción masiva, señaló. La primera resolución de la Asamblea General, adoptada en enero de 1946, fijó el objetivo de eliminar todo ese tipo de armamento. «Hasta que concrete este objetivo, continuaré empleando cada oportunidad para crear conciencia mundial sobre los peligros de las armas nucleares y para reclamar una respuesta internacional urgente», manifestó.
Alice Slater, directora en Nueva York de la Fundación para la Paz en la Era Nuclear e integrante del Comité de Coordinación de la red Abolición 2000, nos recordó que «en aquel fatídico día de hace 70 años, se arrojó la primera de las únicas dos bombas atómicas jamás usadas sobre la ciudad de Hiroshima, con una segunda detonación catastrófica sobre Nagasaki el 9 de agosto».
Las bombas, añadió, «mataron a más de 220.000 personas para finales de 1945, mientras a lo largo de los años otras muchas decenas de miles murieron a raíz de la contaminación radiactiva y sus letales efectos colaterales». Sin embargo, pese a estos horrendos cataclismos en Japón, en la actualidad quedan 16.000 armas nucleares en el planeta, y 1.000 de ellas están en manos de Estados Unidos y Rusia.
«Nuestras estructuras legales para controlar y eliminar la bomba están en un estado calamitoso, pues los cinco estados nucleares reconocidos en el Tratado de No Proliferación (TNP) -Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia, Francia y China– se aferran a sus elementos disuasorios nucleares, afirmando que los necesitan para su 'seguridad' pese a las promesas que hicieron en 1970, hace 45 años, de hacer esfuerzos de buena fe para eliminar sus armas atómicas», agregó Slater.
Esta «seguridad» que se proyecta bajo la forma de la «disuasión» nuclear es un argumento extendido por Estados Unidos a muchos más países de las alianzas nucleares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), así como a los estados del océano Pacífico de Japón, Australia y Corea del Sur.
India, Pakistán e Israel, estados no suscriptores del TNP, así como Corea del Norte, que lo abandonó, también apelan al uso «pacífico» de la energía nuclear, basándose en similares argumentos de «disuasión» por motivos de seguridad, dice Slater. Quien afirma que el resto del mundo está anonadado, no solo por la falta de avances en el cumplimiento de las promesas de desarme, sino también por la constante modernización y «mejora» de los arsenales nucleares.
Estados Unidos ha anunciado un plan de un billón de dólares para los próximos 30 años, a fin de construir dos nuevas fábricas de bombas, sistemas de lanzamiento y ojivas. El mes pasado hizo un ensayo en el estado de Nevada con su bomba de gravedad nuclear B-61-12.
En el norte del estado de California, pacifistas recordaron el 70 aniversario en el Lawrence Livermore Lab, donde Estados Unidos gasta miles de millones de dólares para crear nuevas armas nucleares y modificar otras. Es uno de los dos laboratorios nacionales que han diseñado cada una de las ojivas del arsenal nuclear estadounidense.
En un comunicado de prensa, la Fundación Legal de Estados Occidentales, histórica defensora del desarme nuclear, señaló que 70 años después de Hiroshima y Nagasaki, Estados Unidos mantiene sus preparativos para una guerra nuclear en el Livermore Lab. Alrededor del 85 por ciento del presupuesto para el año fiscal 2016 que se requiere para el laboratorio está dedicado a actividades de armas nucleares.
Casi 16.000 armas nucleares, el 94 por ciento de ellas en manos de Estados Unidos y Rusia, continúan planteando una amenaza intolerable para la humanidad, dijo Slater, destacando que estos arsenales han vuelto al primer plano en las áreas fronterizas de Europa, uno de los puntos álgidos en este sentido.
Si se inicia un intercambio nuclear, ya sea por accidente, error de cálculo o locura, la radiación y el hollín no tendrán límites.
«Nos reunimos en el Livermore Lab para reclamar que el gasto en armas nucleares se recorte y redirija a satisfacer necesidades humanas. En esta fecha del 70 aniversario, damos la bienvenida al acuerdo con Irán y llamamos al gobierno de Estados Unidos a liderar un proceso, con un calendario, para lograr la eliminación universal de las armas nucleares», declaró.
Actualmente hay 113 países dispuestos a negociar una prohibición de las armas atómicas que las estigmatice y deslegitime, del mismo modo en que el mundo lo hace con las químicas y las biológicas.
Slater dice que se espera que la sociedad civil de los países que se amparan en sus paraguas nucleares los presionen para que abandonen sus alianzas con el demonio nuclear y se unan al Compromiso Humanitario.
«En este agosto, cuando recordamos en todo el mundo los acontecimientos horrendos ocurridos en Hiroshima y Nagasaki, ¡es tiempo de prohibir la bomba! Dejemos que se inicien las conversaciones», sintetizó.