Las protestas comenzaron en Kiev a finales de noviembre de 2013, cuando el presidente Viktor Yanukovych priorizó los lazos con Rusia y rechazó un acuerdo que habría acercado Ucrania a la Unión Europea (UE).
Las manifestaciones se volvieron violentas a mediados de enero, tras la aprobación de una serie de polémicas leyes destinadas a limitar la actividad de los movimientos de oposición y proeuropeos.
Hubo cierto grado de esperanza a inicios de esta semana, cuando el gobierno amnistió a cientos de manifestantes detenidos y mostró su disposición a hacer concesiones.
Pero la violencia regresó cuando Yanukovych dio marcha atrás en sus planes de formar un nuevo gobierno y se negó a limitar sus amplios poderes.
Los manifestantes marcharon hacia el parlamento y saquearon varios edificios, a pesar de que las fuerzas de seguridad disparaban contra ellos.
Mientras la ciudad se convertía el martes 18 en un «campo de batalla en llamas», como la definieron residentes con los que hemos hablado, dirigentes opositores y representantes del gobierno se reunían con urgencia, pero sin llegar a ningún acuerdo.
Cada parte se acusa mutuamente de haber causado la violencia
La cantidad de muertos seguirá aumentando y no se vislumbra un final para este violento conflicto, nos dijeron algunos de los manifestantes.
Alexander Pyvovarov, médico voluntario en los hospitales de campaña instalados cerca de las principales áreas de las protestas en Kiev, nos dijo que «las cosas se van a agravar. Me preparo para más semanas de violencia. La gente está realmente furiosa, y no hay marcha atrás para ninguna de las partes».
«Sé que en todos los hospitales del país están evacuando a pacientes que no estén graves y haciendo sitio para los heridos. Todos saben lo que se viene». Y añadió, la capital está sumida en el temor. «Todos tenemos miedo por nuestras vidas. Tenemos miedo de que esto se convierta en una masacre», dijo el médico.
Las muertes de esta semana han marcado un punto de inflexión en las protestas, según muchos ucranianos, algunos de ellos todavía neutrales en el conflicto.
Un residente de Kiev que pidió no ser identificado nos dijo que había observado de cerca las protestas y constatando un «violento y estúpido comportamiento» tanto de las fuerzas de seguridad como de los opositores. «Si mueren 25 o 125, no importa. El gobierno ha cruzado una línea y todos están molestos», añadió.
Las autoridades de Europa occidental y de Estados Unidos han condenado la violencia y llamado al presidente Yanukovych a calmar la situación.
En declaraciones que parecían coordinadas, Kiev y Moscú acusaron a su vez a las potencias occidentales de fomentar la confrontación. Ucrania mantiene fuertes lazos culturales y económicos con Rusia. Una sexta parte de los más de 45 millones de ucranianos son de origen ruso y otra sexta parte tienen el ruso como primera lengua.
Aparentemente alarmado por las protestas e intentando mantener a Kiev dentro de su esfera de influencia, Moscú aprobó a fines del año pasado un amplio paquete de ayuda financiera y económica para Ucrania.
En enero, el gobierno de Yanukovych adoptó una serie de leyes, algunas inspiradas en la legislación rusa, que tienen el único objetivo de controlar al movimiento opositor, según la comunidad internacional. El cierre de filas entre Kiev y Moscú en los últimos días ha disparado los rumores de que las fuerzas de seguridad rusas están ayudando a la policía ucraniana a reprimir las protestas.
Informes de medios de comunicación occidentales se han referido a la posible partición de Ucrania entre los que apoyan la alianza con Rusia y los que prefieren un acercamiento a la UE. La principal base de apoyo de Yanukovych se encuentra en la mitad oriental del país, mientras que el occidente es predominantemente proeuropeo.
Sin embargo, muchos ucranianos consideran que una división del país es improbable, pues no en todos los sectores de la población las líneas de separación están tan claras.
Desde el comienzo de las protestas, los líderes de la oposición han celebrado reuniones con jefes de Estado extranjeros y representantes de la UE con la intención de obtener apoyo.
Pero el gobierno de Yanukovych parece decidido a bloquear cualquier intervención externa, aun si se tratara de una mediación independiente para poner fin a la crisis.
Lo que parece claro para muchos es que este enfrentamiento debe resolverse lo antes posible.
Vladimir Onichenko, mecánico de 47 años de Kiev, nos dijo que «la única forma de resolver la situación es que ambas partes se sienten a dialogar con la mediación de un organismo independiente».
«Esto puede continuar. Dialogar sobre la base de la realidad es lo único que detendrá esta violencia y el daño al país», sostiene.