Unas horas antes de cerrarse la campaña electoral la prima de riesgo española superaba los 500 puntos y el Tesoro Público español se vio forzado a pagar una rentabilidad del 7% para colocar 3.500 millones de euros en una emisión de obligaciones a 10 años, un nivel desconocido desde 1997 y que para la mayoría de los analistas ponía a España al borde del rescate europeo.
Con este escenario, el nuevo gobierno está obligado a lanzar un mensaje inmediato a los mercados incluso antes de su nombramiento formal. Los minutos son dinero para la economía española aunque se haya hablado deque no hay varitas mágicas para resolver la crisis ni respuestas inmediatas, sino esfuerzos sostenidos en el tiempo.
La subida de los intereses de la deuda cuesta anualmente unos 20.000 millones de euros y el alto nivel de paro obliga a dedicar casi 30.000 millones de euros al año. Con este debe presupuestario a cuestas, los recortes que se hagan no servirán de mucho.
El gobierno de Zapatero impulsó en mayo de 2010 un ambicioso programa de recortes, que incluía la reducción del sueldo de los funcionarios una media del 5%, la congelación de las pensiones, la supresión del cheque-bebé de 2500 euros por nacimiento, reducción de la inversión pública y de la ayuda al desarrollo, entre otras medidas. El pasado verano, a la vista de la escasa repercusión sobre las cuentas del Estado, el gobierno aprobó otras medidas para incentivar la compra de viviendas, la racionalización del gasto farmacéutico y la reforma del impuesto de sociedades.
Objetivo incumplido
Ni los recortes efectuados ni la subida de impuestos han sido suficientes. La Comisión Europea, otras instituciones y el propio gobierno socialista, ya cuentan con que España no cumplirá sus compromisos este año para rebajar el déficit a las cifras prometidas. La previsión para el conjunto de 2011 es de un 6,6% del PIB, seis décimas más del objetivo fijado, 5,9% para 2012 y 5,3% para el 2013, año en el que debería quedar fijado en el 3%.
Bruselas considera insuficientes los recortes efectuados a nivel nacional y regional y pide más medidas correctivas para lograr el compromiso de reducción del déficit. La cuestión entonces es de dónde se recorta. Los expertos hablan de reformas estructurales en campos en los que nadie quiere entrar, como la financiación de la sanidad o la protección al desempleo, para que realmente sean eficaces.
Hay quien dice que el agujero de las arcas públicas españolas solo se puede tapar con una reforma laboral que incluya cambios en la negociación colectiva y que sea capaz de rebajar la actual tasa de paro del 22,6%, según la oficina estadística de la UE, Eurostat.
Sin embargo, lo más acuciante ahora no es cumplir con Bruselas sino que los mercados se lo crean y dejen de considerar a la deuda española como un objeto especulativo fácil. Por eso es necesario un mensaje contundente de actuación rápida que no solo prometa estabilidad y fortaleza económica, sino que de pistas suficientes y verosímiles de cumplimiento.
Solución española... y europea
Con todo, parece que la solución no está solo en las decisiones del nuevo gobierno español, sino van acompañadas de una actuación firme de las instituciones comunitarias. Para empezar, más decisión del Banco Central Europeo en la compra de bonos, que de alivio financiero a España, y otros países con dificultades de la eurozona. De forma inmediata, los analistas consideran que es el único escape a la presión de los mercados.
Pero además, la eurozona aprobó a bombo y platillo unos acuerdos de rescate a Grecia, recapitalización de la banca y ampliación del nuevo fondo de rescate que, por el momento, se han quedado en enunciados grandilocuentes sin concretar la financiación ni las fórmulas de actuación.
La vicepresidenta y ministra de Economía ha insistido una y otra vez en que la sostenibilidad de las finanzas públicas está garantizada y en que es un problema del conjunto de la zona del euro y la solución tiene que venir de la zona del euro. Su sustituto tiene ahora que tomar decisiones.