euroXpress.- ¿Por qué cree usted que esta visita papal está provocando más polémica que otras anteriores?
Juan José Tamayo.- Es muy difícil entender que menos de nueve meses después de haber venido a Santiago de Compostela y luego a Barcelona, el Papa retorne de nuevo a España. Resulta un poco extraño. Y yo creo que la razón es porque él sigue pensando que España es la reserva espiritual de Occidente y aquí tiene un buen caladero, al poder recuperar la herencia religiosa que considera que el Vaticano ha perdido en Occidente.
eXp.- ¿Le parece que algunas políticas del gobierno español que se han alejado de los principios del Vaticano han podido influir en que el Papa tenga un especial interés en España?
J.J.T.- Es un problema de reconquista. El Papa no puede permitir que, siendo España un país de tradición católica, incluso nacional-católica, durante los últimos 25 o 30 años de la transición democrática, el catolicismo haya ido perdiendo protagonismo y se haya ido instalando en el país, desde el punto de vista político, la no confesionalidad; y desde el punto de vista social, el proceso de secularización, que es mucho más acusado en nuestro país que en otros lugares. Eso el Papa, tan confesional como es, no lo puede entender, y por eso utiliza todos los medios a su alcance para conseguir reorientar el futuro de España por el camino del catolicismo y por las raíces cristianas que siempre la han caracterizado.
eXp.- ¿Usted se atrevería a decir que celebrar una Jornada Mundial de la Juventud es algo malo?
J.J.T.- No, no es ni bueno ni malo. Yo creo que es algo totalmente extemporáneo. Las condiciones en que se va a celebrar esta Jornada, con esa parafernalia, con esa capacidad de convocatoria, No creo que esos actos en espacios públicos de Madrid estén en sintonía con la cultura secularizada y con el Estado aconfesional en que vivimos con esos actos multitudinarios, me parece que responden a otra etapa de la Historia. No creo que esos actos en espacios públicos de Madrid estén en sintonía con la cultura secularizada y con el Estado aconfesional en que vivimos. Esto más bien tiene todo el tufo de la cristiandad de los años 60, es decir, se trata de una visita no contemporánea, que responde, por la forma de organizarla, a décadas muy lejanas en la historia de España.
eXp.- ¿El hecho de que el cardenal Ratzinger sea el Papa actual añade elementos en contra de la visita para algunos colectivos?
J.J.T.- Yo pienso que hay una diferencia importante. Esta visita tiene unas condiciones de plausibilidad por parte de las administraciones públicas que son, a mi modo de ver, totalmente escandalosas e impropias del Estado no confesional y la sociedad secular en que nos encontramos. No es frecuente encontrarse con que la visita de un líder religioso, como el Dalai Lama o un dirigente del hinduismo, protestantismo o del Islam, cuente con estas condiciones de plausibilidad por las administraciones. El Ayuntamiento pone al servicio del Papa beneficios sanitarios, educativos o urbanísticos; y la comunidad de Madrid, un despliegue de privilegios para los peregrinos relacionados con la reducción de precios del transporte, además del propio Estado que da todo el apoyo y legitimación.
eXp.- Las administraciones argumentan que se han dado privilegios similares ante otros acontecimientos multitudinarios y se han citado la Champions o la fiesta del Orgullo Gay
J.J.T.- Mezclar un fenómeno religioso con un fenómeno futbolístico o sociocultural me parece que es mezclar churras con merinas. No podemos situar la experiencia interior de personas creyentes al mismo nivel que movilizaciones populares que concitan interés en la ciudadanía y proyectan una serie de apoyos y adhesiones. Con todos los respetos, creo que esa comparación es discutible. La religión no puede, para su desarrollo y avance, reclamar los apoyos institucionales que reclaman otros fenómenos sociales que están en su perfecto derecho para hacerlo.
eXp.- Para el Estado la visita es un evento de interés especial
J.J.T.- La visita tiene además apoyos de la empresa privada y eso me parece que es el mayor escándalo. De una parte está la alianza entre el trono y el altar y, de otra, la alianza entre el poder religioso y el poder económico. Si además a eso se añade que las empresas que apoyan la visita tienen privilegios fiscales y desgravaciones, me parece el cúmulo de todos los despropósitos y de la pérdida de credibilidad que puede tener lo católico en esta sociedad.
eXp.- Sin embargo, desde la organización, se dice que la visita genera beneficios económicos
J.J.T.- ¿Pero la religión está ahora para generar beneficios económicos o para reforzar el espíritu solidario de los creyentes? Se dice que el pueblo se vuelca y, por tanto, por qué vamos a reprimir el sentimiento del pueblo hacia estas visitas, pero se podía también buscar que el pueblo se volcara en otro tipo de actitudes y comportamientos solidarios. Me parece que estos argumentos son tan falaces que se desmontan por sí mismos y yo, como intelectual crítico desde la propia religión, tengo que desmontarlos. La pedagogía política, ética o religiosa podría orientar los sentimientos del pueblo hacia manifestaciones de solidaridad, de compasión o de compromiso.
Yo respeto que el Papa venga a España, pero por qué en vez de encontrarse con seminaristas, religiosas o cardenales no se reúne por ejemplo, con los indignados, con la iglesia de base, con los inmigrantes, con los jóvenes en paro. Eso lógicamente también supondría una pedagogía para que la ciudadanía se orientara hacia un compromiso con los más débiles. No es que yo esté en contra de la visita del Papa, es que creo que, con esta forma de organizar la visita, se están manipulando los sentimientos populares.
eXp.- ¿Este tipo de acontecimientos cree que son un instrumento mediático de proyección papal?
J.J.T.- Si ése es el objetivo, las consecuencias son bien diferentes, porque cada vez que se produce este tipo de actos masivos en torno al Papa, lo que sucede es que todo se queda en humo y en fuegos de artificio. Generalmente, no solo no queda nada, sino que las consecuencias son más bien negativas. Son acontecimientos que no fomentan la fe, son fenómenos que no ayudan a la valoración de la religión y además tienen el efecto contrario, porque con este tipo de manifestaciones espectaculares del catolicismo popular o papal lo que se fomenta es la papolatría, pero de manera muy coyuntural, en unos días muy determinados; incluso lo que sucede es que se incrementa más la desafección hacia la iglesia católica, avanzan los casos de apostasía, es decir, que detrás de todos estos actos no se aprecia ni defensa de los más débiles ni de los pobres, ni lucha por la justicia, ni se fomenta la solidaridad, sino más bien, la parte más espectacular, más llamativa y más representativa de la religión, pero yo creo que esto queda en agua de borrajas.
eXp.- ¿España es un caso especial ante las visitas papales u ocurre lo mismo en el resto de Europa?
J.J.T.- No estoy al tanto de las condiciones en que se desarrollan las visitas del Papa a otros países europeos, por tanto, no puedo establecer un punto de comparación. Pero sí le puedo decir que nuestra historia nacional-católica de tantos siglos nos hace desconfiar de este tipo de visitas porque consideramos que lo que pretenden es restaurar una historia del pasado que no puede repetirse. Por eso, a mí me parece que este tipo de visitas buscan la restauración de la vieja cristiandad y eso es imposible, sobre todo, aquí en España, donde el proceso de secularización ha sido tan rápido, tan profundo y tan positivo, porque creo que es uno de los países del mundo que de manera más rápida se ha liberado de la influencia negativa de la religión y ha conseguido liberar conciencias ciudadanas, sentido crítico y, siguiendo una ética cívica y laica, se rige por el principio de la conciencia y el principio de los derechos humanos y que no necesita otra serie de apoyos en la religión.
eXp.- Se supone que Europa está viviendo un proceso de progresivo laicismo. ¿Lo considera positivo?
J.J.T.- A mí me parece que todas las transiciones hacia la laicidad son positivas. Soy escéptico sobre que eso se esté produciendo en Europa y más bien creo que no, a la vista de lo que está sucediendo, por ejemplo, en Francia o en Inglaterra o en España, donde el principio de laicidad no es precisamente el que rige hoy las relaciones de los Estados con las religiones, sino más bien, estamos en procesos de neoconfesionalización y eso me parece que es enormemente negativo. Creo que el laicismo es el marco político y jurídico más adecuado para que se respete la libertad de conciencia y la libertad religiosa y para que se dé la igualdad de todas las creencias ante la ley. Lo que más me preocupa es que la influencia de las religiones en las sociedades occidentales y, en concreto, en el espacio europeo, es una influencia no de sus mejores tradiciones, sino de las tradiciones más negativas, es decir,que hoy la presencia de las religiones en la sociedad se manifiesta a través del fundamentalismo y no a través de la praxis liberadora o de la praxis del amor como creo que correspondería al núcleo fundamental de las religiones