Con una tasa de desempleo en la Unión que supera el 10% (en España del 26.1%), el paro femenino ha experimentado un aumento importante en la segunda fase de la crisis. Si en los primeros años de recesión los despidos afectaron en mayor medida a sectores dominados por el hombre como la construcción y la industria, en los dos últimos años han sido las políticas de austeridad las que han provocado el incremento significativo del número de mujeres desempleadas.
Los recortes en el gasto público han provocado un crecimiento exponencial de la tasa de desempleo femenino, ya que es precisamente el sector público el que presenta un mayor índice de trabajadoras. Se calcula que la mujer ocupa el 70% de los puestos de trabajo de las diferentes administraciones públicas en territorio comunitario.
Durante el debate de este informe en el pleno del mes de marzo, la vicepresidenta de la comisión de derechos de la mujer, Elisabeth Morin-Chartier expresaba la preocupación de los diputados por este asunto. «Las mujeres se enfrentan a una crisis silenciosa que ha empeorado notablemente sus condiciones de vida. Antes de que comenzara esta crisis económica ya había una tasa importante de desempleo femenino, y eran en su mayoría las mujeres quienes ostentaban contratos precarios, a tiempo parcial y con bajos salarios. Desgraciadamente, con las políticas de austeridad las mujeres sufren en la actualidad un doble castigo».
El informe alerta especialmente sobre la necesidad de seguir trabajando para acabar con la brecha salarial entre hombres y mujeres, situada actualmente en el 16%. Hoy en día, una mujer debería trabajar de media dos meses más al año que un hombre para obtener el mismo salario. El «techo de cristal»es otro de los grandes retos a tener en cuenta en el futuro, especialmente en el sector financiero, en el que tan solo un 5% de los altos cargos son desempeñados por mujeres.
Los eurodiputados consideran que la inversión en políticas activas de empleo femenino y de programas de conciliación de la vida laboral y familiar son los ejes fundamentales sobre los que deben trabajar los Estados miembros para caminar hacia la senda del crecimiento y la recuperación económica, en la que la perspectiva de género no debe quedar en el olvido.