Nació en Berlín en 1917. Emigró a Francia de niño. Fue capturado por la Gestapo en la Segunda Guerra Mundial. Estuvo preso en los campos de concentración nazis de Buchenwald y Dora-Mittelbau. El día que cumplía 27 años se libró de la horca al cambiar su identidad por la de otro preso fallecido. Tras la guerra, en 1948, participó en la redacción de la Declaración de los Derechos Humanos y comenzó su carrera diplomática en las Naciones Unidas.
A pesar de estos episodios, relatados con maestría en sus memorias «Mi baile con el siglo» (Ed.Destino) y en las que aseguraba conoció el «horror puro y absoluto», Hessel fue un fiel devorador de la vida, cazador avezado de momentos de paz y felicidad. Quizá sea por eso por lo que el diplomático siempre dijo que «¡Indignaos!» (Ed.Destino), el manifiesto político publicado en Francia en 2010, era lo que había cambiado su vida para siempre, haciéndole pasar de ser un jubilado más a ser un símbolo de libertad y autonomía. «Todo el mundo me para por las calles de París para darme las gracias. Es maravilloso», decía Hessel en los meses posteriores a la presentación del texto.
El manifiesto de Hessel llegó en el momento en el que millones de personas, en su mayoría jóvenes con las ilusiones truncadas por la actual crisis económica y de valores, necesitaban apoyo. Él no sólo se lo dio públicamente, si no que les argumentó con toda la experiencia de su paso por los acontecimientos más escabrosos del siglo pasado, por qué debían indignarse y por qué debían reclamar sus derechos... y cuando alguien como Hessel te invita a la «insurrección pacífica» y a la desobediencia civil, hay que atender a sus palabras.
32 páginas, traducido a 30 lenguas y más de 4 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo confirman que el texto de Hessel era necesario. «La peor actitud es la indiferencia. Si os comportáis así, perdéis uno de los componentes esenciales que forman al hombre: la facultad de indignación y el compromiso que sigue», decía Hessel en su manifiesto. Y sus palabras las tomaron al pie de la letra, sobre todo, movimientos como el 15-M español, los «indignados de la Puerta del Sol», y aquellos que siguieron su ejemplo por todo el mundo.
Lo que pocos saben es que renunció desde el principio a sus derechos de autor porque su lugar, quisiera o no, fue y será la resistencia.
Tras el éxito de «¡Indignaos!» se publicó «¡Comprometeos!» (Ed.Destino), una entrevista a Stéphane Hessel en la que denunciaba los huecos helados de la sociedad del bienestar, la tiranía de los mercados financieros, el culto al dinero, las mentiras políticas y el desprecio a los más débiles. Filósofo y filántropo, su principal ideología fue la defensa de los derechos inalienables del individuo y buscó sin descanso un sentido a la Humanidad.
Hessel conectó como pocos con las inquietudes que remueven la segunda década del siglo XXI y dejó guías para moverse en esta penumbra: «Os corresponde a vosotros, amigos de España -país en el que la diversidad cultural es mundialmente reconocida-, ciudadanos del mundo, a cada uno de vosotros individualmente, y a todos colectivamente, encontrar las pistas a través de las cuales la internacional ciudadana podrá dotar de vida al siglo. No para lograr el mejor de los mundos, sino un mundo viable». Es nuestro turno.