De la muerte de José Luis Sampedro, uno de los humanistas más destacados de nuestro país, nos hemos enterado cuando ya había sido incinerado. Quería que su muerte pasara desapercibida, sin ninguna publicidad. Lo que tenía que decir, ya lo había dicho en vida, bien claro y alto. Era uno de los activistas más críticos con la actual situación política, social y económica.
Muchas cosas le unían al activista y filósofo francés, Stéphane Hessel (fallecido hace unos meses en París), ambos habían nacido en 1917, uno en Berlín y el otro en Barcelona, y Sampedro escribió el prólogo de la edición española del libro «Indignados», con el que Hessel, removía de nuevo las conciencias de una Europa noqueada por la crisis. En España, José Luis Sampedro se había unido al Movimiento 15M. Como él escribió "Reacciona", un libro que incitaba a la sociedad a no quedar atrapada por el miedo.
Por su actividad literaria, con libros como La sonrisa etrusca o La sombra de los días obtuvo el premio Nacional de las Letras 2011 y era Académico de la lengua, el más prestigioso tras el Cervantes. El jurado destacó su importancia como «referente intelectual y moral de primer orden en la España de la segunda mitad del siglo XX». Ese mismo año también le concedieron la Orden de las Artes y de las Letras.
Sin tanta poesía Sampedro también deja una importante bibliografía económica, como catedrática de Estructura Económica de la Universidad Complutense. Destacan Principios prácticos de localización industrial (1957), Realidad económica y análisis estructural (1959), Las fuerzas de nuestro tiempo (1967), Conciencia del subdesarrollo (1973), Inflación: una versión completa (1976), El mercado y la globalización (2002), Sobre política, mercado y convivencia (2006) y Economía humanista. Algo más que cifras (2009). Las destituciones de los catedráticos Aranguren y Tierno Galván como profesores, le llevaron a dejar la universidad española y "exiliarse" en Salford y Liverpool.
La Ética era su otra pasión, que transmitió a sus alumnos de la Complutense madrileña y a la sociedad española en general. En sus muchas y lúcidas entrevistas había dejado clara una cosa, su apuesta por una economía y una sociedad más equitativa. Como dijo en una ocasión «hay dos tipos de economistas; los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres».