Siempre ha contado la historia de Europa a través de la de su país Grecia. Tenía 77 años y comenzaba a rodar los primeros planos de una película «El otro mar» en la que quería plasmar el impacto de la crisis en la vida cotidiana de los griegos. Iba a ser la última de su trilogía sobre la historia de Grecia.

Theo Angelopoulos era el cineasta de la melancolía y la lentitud. Le gustaban los tonos grises en contraste con el blanco y azul con los que siempre se visualiza a Grecia. «Necesito sentir el invierno, el gris es para mi el color más poético, me permite salir de la cárcel de mi imaginación, todo lo que es gris me va bien. El gris me ayuda a imaginar», había dicho.

Había dirigido unos quince largometrajes, entre los que destacan «El viaje de los comediantes» (1975), una larga película de cuatro horas en la que da un repaso de los momentos más duros de la historia griega, la guerra civil, la ocupación, la dictadura y el fascismo. Rodó la película durante la dictadura de los coroneles, pasando a la censura un guión falso. Otras películas suyas son «El apicultor» con Marcello Mastroianni y Serge Regiani, «La mirada de Ulises» con Harvey Keitel, «Alejandro El Grande» con Omero Antonutti o «La eternidad y un Día» con Bruno Ganz.

Fue premiado con el León de Oro en la Mostra de Venecia de 1980 por «Alejandro Magno», y con la Palma de Oro del festival de Cannes por «La Eternidad y un Día», entre otros muchos galardones.