La reunión del jefe de gobierno italiano y el dirigente comunitario tuvo lugar en Cernobbio, donde se celebra el Foro Ambrosetti, un punto de encuentro de líderes económicos y políticos. Su entrevista debía servir para recibir el aval de la UE a las reformas que el tecnócrata lleva a cabo en Italia. Pero Monti ha sabido sacar partido al encuentro, tocando un asunto colateral que realmente preocupa en Europa.
Las dificultades de la eurozona «han sacado a la luz una creciente y peligrosa sensibilidad en una parte de la opinión publica de varios países que tiende al antagonismo y a considerar de manera diferente los pueblos del norte de Europa y los del Sur y viceversa, así como han surgido viejos estereotipos y viejas tensiones». No se ha citado expresamente, pero la referencia era clara al auge de los partidos de ultraderecha en el Norte de Europa, pero no solo allí, como se demostró en las últimas elecciones griegas. Al margen de los resultados electorales, el distanciamiento de los ciudadanos de la idea europea es una evidencia, según constatan las instituciones comunitarias.
«Se que no es una reunión en la que se tomarán decisiones técnicas, pero a la larga será igualmente importante para el futuro de Europa», dijo el presidente del Gobierno italiano, quien propone que sea Roma, donde en 1957 se firmaron los tratados fundacionales de la actual UE, para celebrar esa cumbre extraordinaria.
El presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, dijo después que «he acogido la idea de Monti de celebrar un encuentro especial sobre el futuro de la idea de Europa». A lo que Monti, claro, se mostró «encantado de que el presidente comparta mi idea de realizar una cumbre en la que se hable del problema del rechazo al que estamos asistiendo».
En un comunicado difundido a la prensa, Van Rompuy reconoce los esfuerzos del gobierno tecnócrata italiano para superar la crisis, apoya las últimas decisiones del Banco Central Europeo para ayudar a los países en dificultades y reitera que próximamente tendrá listas las nuevas bases de la arquitectura de la eurozona, unión bancaria, unión fiscal, unión económica y una más profunda unión política.
El presidente del Consejo Europeo dice ser consciente de las críticas y oposición, así como de las burlas, que reciben los planteamientos de Bruselas y los 27 para superar la crisis. Sin embargo cree que se trata de un «gigantesco esfuerzo colectivo», que también es «de facto una muestra de solidaridad de una magnitud sin precedentes»
Van Rompuy cree que el encuentro extraordinario podría celebrarse en 2014, pero «la actual situación invita a acelerar esa reflexión común».