Tres gigantes de las letras, dos continentes y un buen motivo para celebrar
No quisiera abandonar esta semana, salvo que alguien me asegurase que todos los lunes comienzan como el pasado 12 de mayo. Al atardecer pude abandonar todo lo que se me ponía delante: preocupación, ocupación o tormento y «rauda y veloz» llegué más que a tiempo para entregarme a las luces tenues del espectáculo que voy a contar. Un encuentro inolvidable, cercano, divertido y emotivo de tres gigantes de las Letras españolas. El sitio: un extraordinario escenario en el Teatro Canal de Madrid para celebrar los 50 significativos años de la editorial Santillana.
Más de 800 personas escuchamos atentos y embelesados las anécdotas, trayectoria y pasión por el arte de leer y de escribir de los protagonistas de ese evento. Sus nombres se escriben con mayúscula: MARIO VARGAS LLOSA, ARTURO PÉREZ-REVERTE y JAVIER MARÍAS
A las 19, el teatro quedó casi a oscuras, iluminando solamente el centro de un espacio sobrio, pero con detalles sugerentes: cuatro modernas sillas rojas, mesas blancas impolutas, agua para beber y aura de brillantez, a la que pusieron alma, corazón y vida los tres grandes personajes de la Literatura española. No se pudo perder un minuto de atención porque todo fluía con tanta naturalidad e interés que quedamos presos de sus relatos. Era como tener una visión especular donde se ve al escritor «en faena» y al mismo tiempo, saliendo de ella, para hacer una crónica histórica y emocional de los resortes que les llevan a escribir y a comprometernos con sus historias. Sabemos también, que no tienen por qué –ni lo pretenden, claro- gustar a todo el mundo. Apasionante y enriquecedora esa hora y cuarenta minutos.
«Es como tener a Dumas, Flaubert y Proust», nos decía Pilar Reyes la directora editorial de Alfaguara, al presentarlos como el mejor homenaje al medio siglo de la editorial y para celebrarlo se ha elegido un gran encuentro con tres icónicos escritores de nuestro catálogo, Creo que aún fue más sugerente en su presentación desde el momento que supimos que ha sido acordada su venta a Penguin Random House Grupo Editorial. Pero los tres grandes literatos que no están, no pudieron hablar y estar juntos porque» Proust nació un año después de muerto Dumas y éste tenía apenas 10 años cuando murió Flaubert.
Haciendo un recorrido por la trayectoria de cada uno de estos representativos personajes que quiere el gran público, y tratando de expresarlo gráficamente dijo de forma muy contundente Pérez Reverte: «Vargas Llosa es la historia de la literatura, mientras que yo soy una nota a pie de página», en tanto que Javier Marías agregó rápidamente y provocando unas carcajadas «yo, una nota del traductor».
¿Cuándo deciden ser escritores?
Javier Marías aseguró que ni hoy en día se ve con destino de escritor. Si recordó cuando se puso «manos a la obra y me puse a escribir». «Mi impulso de escribir fue para leer más, de lo que me gustaba en esos años». Contó que su interés se centró en las aventuras de «mosqueteros». El autor de «Corazón tan blanco» leía «Las aventuras de Guillermo Brown», «Los tres Mosqueteros», pero no había tantas y así empezó a escribir. «Lo hice por una palabra casi olvidada -emulación- para acercarme a lo que más me gustaba y me daba placer».
Aprender a leer cambió la vida del Premio Nobel de Literatura. Fue «una experiencia maravillosa» que enriqueció su infancia «de manera increíble».
Desde muy niño, Vargas Llosa sintió que ser escritor «era lo más maravilloso del mundo», aunque en Perú solo conocía a profesores y abogados que los fines de semana se dedicaban a escribir pero... no eran escritores. A esto hay que agregar la opinión de su padre, que pensaba que era un oficio de desordenados, bohemios y no muy viriles, -por lo menos era lo que él creía, que eran las convicciones paternas, desde su perspectiva de niño-. Vaya susto que se pegó éste cuando vio que a su hijo le gustaba escribir. «Eso me ayudó a cerrarme en esa vocación para ser libre y burlar la autoridad aplastante de mi padre». El rechazo de su padre colaboró a reafirmar su vocación.
«Yo sí, quería ser escritor, pero no tenía asiento en la realidad. Pensaba que París, sí le daría esa oportunidad. Sin embargo reconoció que en el año 58, fue en España, mientras disfrutaba de una beca que se dijo «Voy a organizar mi vida para dedicar por entero mi tiempo y mis esfuerzos a escribir. Me conformaré con una vida modesta». «Si no pasaría de ser un diletante, una especie de persona que jugaba a escribir». Tuvo suerte y los trabajos que encontró lo dejaron tiempo para la escritura.
«Nada se hace con tanto ahínco como lo que se hace por fastidiar», agregó a continuación, Marías.
Pérez Reverte y Javier Marías crecieron en casas con buenas bibliotecas. Al primero le servía para hacer barricadas con su hermano, cosa que volvía loco a su abuelo. Mientras que Javier «casi que odiaba» ese escenario porque había tantos libros acumulados por todas partes, que apenas le quedaba «espacio para jugar a las chapas». Pero gracias a esos libros, el autor de «Corazón tan blanco» descubrió a autores como Julio Verne y Salgari y desde muy pronto quiso ser escritor, sobre todo para «emular» a los que más le gustaban a él y para contar las historias que más le entretenían.
Aunque la idea que Marías tenía del escritor, cuando era un niño, no era nada positiva, y en ello influyó la visita que hizo junto con su padre, el filósofo Julián Marías, a casa de Azorín después de una misa, una mañana a las 12. Comentó que ese encuentro le produjo un gran desasosiego, ya que los niños creen que todo tiene que estar ordenado y limpio cuando se hace una visita. «la cama estaba deshecha y el hombre no estaba... en fin». Eso le produjo «una cierta aversión» a la idea de ser escritor.
Los escritores Verne, Dumas, Dickens y Stevenson contó Pérez-Reverte le aproximaron «a la gran literatura» y, con el paso del tiempo, aquellas lecturas y las que vendrían después le ayudaron «a digerir y a interpretar» lo que veía.
El autor de «El club Dumas» dijo ser «un escritor tardío». Antes era lector y al estar en lugares violentos, en zonas de conflicto, en situaciones extremas durante más de 30 años como reportero, llevaba siempre en su mochila libros. Nunca había querido dedicarse a la literatura, pero al final de uno de esos viajes «necesité ordenar la parte caótica de esos momentos». «Así escribiendo relatos podría ordenar lo desordenado que traía en mi mochila». «Funcionaron bien y eso me cambió la vida» aseguró Arturo. Por razones de la vida uno no puede prever el escribir novelas ...
«Pero sigo siendo un escritor accidental, un marino lector que accidentalmente escribe novelas», porque aseguró que su pasión por el mar y por la navegación no le abandona. Por una tía que leía «best sellers» cuando era un niño, imaginaba que los escritores vivían en grandes hoteles a orillas de paradisíacas playas... una vida muy glamorosa. «No sabía lo lejos que estaba de la realidad. El trabajo duro se hace a oscuras y a solas».
Confesiones a viva voz
Vargas Llosa y Javier Marías han sentido «siempre una gran inseguridad» a la hora de escribir. Y con el paso del tiempo, «esto no ha cambiado nada; la inseguridad permanece», aseguró el Nobel. «De pronto hay algo que encaja, que hace verosímil lo que escribes y eso es enormemente enriquecedor».
Al novelista peruano «nunca» le decepcionaron Flaubert ni Faulkner, y siempre siente «la misma emoción» cuando lee sus novelas, pero no le sucede lo mismo con Sartre, un escritor al que de joven leyó «con entusiasmo», pero ya no puede hacerlo «sin sentir que estaba profundamente equivocado». «Escribía un pésimo francés, de frases largas y complicadas, de oscuridades tramposas. Sartre es un escritor que se me ha desplomado», afirmó Vargas Llosa.
Javier Marías habló de como afrontar las críticas de sus obras y ha asegurado que los «largos enemigos», por los críticos literarios que les siguen durante toda su obra criticándoles, no quieren que «desaparezca».
También en lo personal salieron a relucir debilidades. Incluso miedos que el Premio Nobel tiene que combatir, cada vez que se monta en un avión y no puede superarlo.
¿Qué pasa ahora que están consagrados?
Vargas Llosa dijo que ha dedicado «la mayor parte de su vida» a escribir, algo que le sirvió para «ser libre de la autoridad» de su padre, quien odiaba a los escritores.
Respecto a la experiencia que aportan los años el escritor, Arturo Pérez-Reverte confesó que los escritores jóvenes son más «espontáneos» y cuentan con una «osadía» que desaparece con el tiempo, pero es cierto que la edad te aporta «otras cosas».
¿Cómo surge el TEMA que luego llega a los lectores ?
Vargas Llosa ha señalado que él no ha elegido «nunca» un tema, sino que el tema es el que le «elige» a él por cosas que le ocurren en su vida cotidiana.
Javier Pérez-Reverte, explicaba que escribe sobre lo que ha vivido y lo que ha leído. Con respecto a cuando se debe escribir una novela, dijo que «hay que saber el momento» de escribir cada una. «Sé que hay algunas novelas que no he hecho y que ya no voy a escribir», agregó.
Javier Marías comentó que él no tiene tan pensadas las historias que va a contar en un futuro. «Me dais envidia -dirigiéndose a sus dos colegas -, parece que tenéis un armario lleno de historias para contar», se los soltó sorprendentemente entre risas de todo el publico.
Si tuvieran que elegir....
Si pudiesen ser otros escritores Javier Marías, elegiría sin dudas a Shakespeare. Arturo Pérez-Reverte le hubiera gustado ser Conrad y a Mario Vargas Llosa «nunca» le han decepcionado ni Flaubert ni Faulkner.
Pilar Reyes, la directora editorial, comenzó haciendo las preguntas y aclarando que ella iba a «comenzar por el principio». Ahora quiero terminar estos comentarios con parte de ese inicio, cuando se refería al por qué eran, ellos tres, los que allí estaban sentados «un cara a cara con escritores con quienes he trabajado, a quienes admiro y aprecio por... las aventuras que no puedes parar de leer, porque son fascinantes, oscuras y extrañas, las obsesiones circulares escritas en una prosa que respira hondo y no deja de hallar vericuetos, disgresiones y analogías y la búsqueda de la perfección estilística en la novela que reemplaza el mundo y también de la búsqueda de la perfección humana, al hacerse cada día y más y mejor persona».