Asaf, nacido en Líbano, se crió en el campamento de refugiados de Jan Yunis, en el sur de este territorio palestino ocupado por Israel.
Cuando regresó a Gaza después de ganar en junio la versión árabe de Operación Triunfo o American Idol, fue recibido con alegría por la población local, algo poco común por estos lares. Miles de personas se congregaron en la frontera para recibirlo.
Pero nadie lo esperaba en representación de Hamás, al frente del gobierno de este territorio desde que expulsó a Fatah en 2007.
En cambio, la respuesta de Fatah, que encabeza la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que controla Cisjordania, fue diferente.
El presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, nombró a Asaf embajador de buena voluntad para Palestina, un cargo de nivel diplomático. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA) hizo lo mismo.
Asaf recibió cierta atención del ministro de Cultura de Gaza, y algunos dirigentes fuera de Hamás le organizaron una pequeña recepción. Al parecer no ayudó mucho que Fatah lo haya «adoptado» con gusto, pese a su condición de gazatí.
En la ceremonia anual de graduación de unos 500 estudiantes de la Universidad de Palestina, donde estudia Asaf, un miembro de la junta directiva se refirió al grupo de este año como la «panda de Asaf». En cambio, el primer ministro de Hamás, Ismail Haniyeh, se refirió a la generación como la «panda de Palestina».
Haniyeh parecía fuera de tono. Pocos minutos después de su partida, la multitud comenzó a cantar las populares canciones de Asaf.
La agenda islamista de Hamás se hizo sentir en sus críticas al concurso Arab Idol. De hecho, la mayoría de sus autoridades consideran que la música no es propia del Islam.
El miembro del Consejo Legislativo, Yahya Musa, pareció desafiar la posición oficial de Hamás al declarar que Asaf era, de hecho, un embajador ante el mundo. «El crecimiento de la joven y prometedora estrella palestina Mohammad Asaf les añade calidad a los defensores de la causa y lo veo como portador de la llama de la cultura palestina», declaró.
Sus canciones nacionalistas también se convirtieron en un problema para Hamás. Tanto en el ámbito local como en el internacional, el público disfrutó especialmente de su interpretación de la inspiradora canción «Ali el Koffeyeh» (levanta tu kufiya, en árabe).
Su popularidad convierte los temas que interpreta en un símbolo de esperanza y unidad para los palestinos.
Pero muchos partidarios de Hamás asocian esa canción con Fatah, y la kufiya al típico pañuelo elegido por el fallecido presidente palestino Yasser Arafat (1929-2004) para cubrir su cabeza. El movimiento islamista entiende que la popularidad de Asaf promueve a su rival.
Entre los árabes, Asaf es indiscutiblemente la voz de Palestina por su distintivo acento y las diferentes canciones nacionalistas que interpreta. Todo el mundo escucha el lamento de su voz.
Pero lo que a muchos les disgusta, en especial a los islamistas, es que también interpreta canciones de amor, como «I want it that way», del grupo estadounidense de la década de los años 90 Backstreet Boys.
Mohammad Abed, periodista de Gaza, comenta que el gobierno de Hamás se mantiene al margen porque cree que esas canciones son demasiado libertinas. «El gobierno pudo pedirle que interpretara canciones nacionalistas, pero solo le dio seguridad y escolta policial», señala.
Para Asaf, su música siempre es más que solo música, es un mensaje.
«Los medios siempre trataron de ignorar nuestro arte y nuestra música, como si Gaza solo fuera una zona de guerra», nos dice. «Si el éxito muestra algo es que somos una nación que ama la paz. Y podemos ser muy creativos si nos dan la oportunidad», señala Asaf.
Uno de los miembros del jurado de Arab Idol, el popular cantante libanés Ragheb Alab, lo apodó el «mejor cohete». Los titulares siguen acompañando a Asaf, al igual que el silencio de las autoridades de Hamás.
Ahmed Yusef, exasesor del primer ministro de Hamás, dice que el movimiento islamista no puede ignorar la popularidad de Asaf. «El arte une a los palestinos, mientras que la política los divide. Esto es, de hecho, un certificado del fracaso de los dirigentes palestinos».
Para un pueblo falto de éxitos y de reconocimientos, Asaf se ha convertido en una leyenda. En el concurso de talentos Arab Idol, difundido por el canal Middle East Broadcasting Center (MBC) y en el que aparecen cantantes de Oriente Medio, el joven palestino cautivó tanto al público como al jurado.
Pero el camino para llegar estuvo empedrado de dificultades. Antes de volverse un ídolo árabe, era totalmente desconocido para la mayoría de los palestinos. Comenzó a cantar de niño en bodas para ganar algo de dinero y luego estudió periodismo.
Ya forma parte de la leyenda el relato sobre cómo casi no gana el concurso y que casi ni participa. Le llevó mucho tiempo conseguir el permiso para salir de Gaza. Aun con el documento, casi queda fuera porque quedó varado en el cruce de Rafah, en la frontera con Egipto, y demorado por controles de carretera entre su casa y el lugar donde se realizaba la audición de Arab Idol en El Cairo.
Estuvo a punto de perderse la primera audición, pese a que arriesgó su vida saltando una verja de un control de carretera e igual llegó tarde. Pero el destino y un amigo intercedieron por él: otro cantante palestino le cedió su lugar.
Ahora parece que le espera la gloria. Está previsto que comparta escenario con la cantante colombiana Shakira en la ceremonia de apertura de la Copa Mundial de la FIFA, en Brasil, el año próximo.
Ha obtnido un contrato de 10 años con Platinum Records, con sede en Dubai.
Además, recibió varios premios, como un automóvil deportivo Chevrolet Camaro, que seguramente no podrá conducir en Gaza, pues Israel sigue prohibiendo allí los motores de ocho cilindros.