Las diferencias de cálculo vienen dadas porque el Ramadán empieza, según la tradición, la mañana siguiente al inicio de la luna creciente (vista a simple ojo), esto no tenía ningún problema cuando los musulmanes vivían mayoritariamente en una zona geográfica bastante delimitada y no se viajaba en avión. Incluso si era una noche nublada se podía esperar hasta que estuviera totalmente visible. Por lo tanto no se sabía nunca el día en que se comenzaría con exactitud. La incertidumbre acompañaba al mes sagrado.
Ahora la globalización y la emigración hacen las cosas más difíciles y mientras en Francia o Alemania se comienza la noche del viernes en el Reino Unido pueden esperar un día más. A eso hay que añadir las diferentes corrientes teológicas. Tuquía, los Balcanes y Alemania se mueven por el rito turco, Francia por el de Arabia Saudí, Reino Unido, con mayoría del sureste asiático, se guían por la visión ocular. Este año, la Federación de Organizaciones Islámicas en Europa y el Consejo Europeo sobre Fetua aconsejan que el Ramadán y el Eid se determine sólo por cálculos astronómicos (muy parecidos al turco).
A toda esta confusión se añade que las minorías musulmanas viven en sociedades con festividades cristianas por lo que les es difícil encajar sus fiestas religiosas. Este año, como siempre que cae en verano, el Ramadán es más complicado por que los días son largos y calurosos y los fieles deben privarse de bebida y comida hasta la caída del sol.
Amnistía Internacional señalaba en un reciente estudio que en 2030 los musulmanes en Europa serán el 10 por ciento de la población en Francia, Bélgica y Suecia; en torno al 8 en Suiza, Holanda y Reino Unido; el 7 en Alemania, y alrededor del 4 por ciento en España. El Ramadán acabará este año el 17 o el 18 de agosto con el Aid El-Fitr.