En Francia, dieciséis de las mayores fortunas del país quieren que se les imponga un impuesto especial para contribuir a salir de la crisis. En una carta dirigida a Le Nouvel Observateur, afirman ser «conscientes de habernos beneficiado plenamente de un modelo francés y de un contexto europeo a los que nos sentimos muy unidos y que queremos contribuir a preservar».
Tampoco es que quieran compartir sus riquezas con los pobres, de hecho piden que ese impuesto tenga proporciones razonables y, conscientes de que no es la solución, quieren que se inscriba en un esfuerzo más global de reforma, tanto de los gastos como de los ingresos.
Entre los firmantes, están los dirigentes de L'Oreal, Total, el grupo Accor, Danone, Société Générale, Orange, Air France-KLM o Peugeot-Citroen.
El anuncio se hizo solo un día antes de que el gobierno francés anunciara nuevas medidas para reducir el déficit, que incluían un impuesto especial de entre el 1%el 2% a los contribuyentes con ingresos superiores al millón de euros.
En Alemania, la iniciativa es similar. Aquí sin difundir grandes nombres, cincuenta millonarios han formado la plataforma Ricos por una tasa para los ricos. Su propuesta es que aquellos que tengan ingresos de más de medio millón de euros paguen un 10% más. Calculan que de esta forma el gobierno de Berlín podría recaudar más de cien mil millones de euros anuales.
Algunos de sus protagonistas han declarado que la propuesta demuestra la incapacidad de la clase política alemana para dar soluciones, mientras se está hipotecando el futuro de próximas generaciones.