Esta estructura está compuesta por miles de millones de estrellas que, a través de un lento y gradual proceso de fusión nuclear, van agrupándose formando una burbuja de luz. La gravedad de las propias estrellas hace que se mantengan unidas con esa forma de esfera y que orbiten a modo de satélite en torno a una galaxia.
Los astrónomos pueden estimar la edad de estos fenómenos por la luz que desprenden, que depende de los elementos químicos de los que están compuestas las estrellas. En el caso de los cúmulos globulares, contienen pocos elementos pesados, como carbono, oxígeno o hierro. Esto indica, según los expertos, que estos cuerpos celestes son de los más antiguos que conocemos, con más de 10.000 millones de años.
El Messier 68 está a unos 33.000 años luz de distancia de la Tierra y mide unos 100 años luz, un tamaño más que modesto en comparación con la Vía Láctea, que tiene un diámetro de unos 100.000 años luz.
Esta nube de estrellas fue descubierta en 1780 por Charles Messier y se encuentra en el hemisferio opuesto al centro de la galaxia, algo poco habitual. La Vía Láctea está rodeada de unos 150 cúmulos globulares, también de tamaño reducido.