La canciller no quiere reconocer que estas elecciones del domingo, en las que el SPD se ha impuesto contundentemente, sean un barómetro de lo que puede ocurrir en las elecciones federales del año próximo. Su análisis le da el mérito del triunfo a la líder socialdemócrata en el land, Hannelore Kraft, se muestra irónica por el repunte de sus socios del FDP, en contra de lo que las encuestas decían y quita responsabilidades al candidato democristiano, su ministro de Medio Ambiente, Norbert Röttgen, quien asumió la culpa del fracaso del electoral, pero seguirá en el cargo en el ejecutivo de Berlín.
Renania del Norte-Westfalia es un bastión del SPD, en el que la CDU solo ha gobernado entre 2005 y 2010. Desde entonces gobierna una coalición de socialdemócratas y verdes que ahora revalida su triunfo, mientras los democristianos pierden más de ocho puntos. La dirección del SPD lógicamente hace una lectura distinta de los resultados en Renania y su líder, Sigmar Gabriel, asegura que «Angela Merkel y sus socios ya no tienen perspectivas de poder».
Pero Merkel, igual que hizo durante la campaña, ha vuelto a desvincular su fracaso electoral de su política europea y, adaptándose a los nuevos tiempos, insiste en que no hay contradicción entre disciplina fiscal y crecimiento. Sin embargo, algo remueven estas elecciones porque la canciller, por primera vez, se ha mostrado dispuesta a negociar con los vencedores el pacto fiscal.
Bien es verdad que no tiene mucha alternativa, porque el voto socialdemócrata es necesario para aprobarlo en el parlamento alemán, ya que requiere una reforma de la constitución alemana, para lo que se necesita una mayoría de dos tercios. El pacto fiscal, precisamente, estará este martes en la primera línea de las lista de temas que Merkel tratará con el nuevo presidente francés, François Hollande, en su primera visita a Berlín, nada más ser nombrado oficialmente.