En una Atenas colapsada por un imponente despliegue policial y con decenas de miles de manifestantes por las calles para protestar contra la visita de Angela Merkel, la canciller ha reconocido que muchos griegos están sufriendo por las medidas de austeridad, pero adivina que todavía el camino va a ser duro y difícil. Comprensión, sí; pero poco más. Merkel no ha dicho nada sobre los 31.500 millones de euros que Grecia necesita para no quebrar en noviembre.
La canciller, responsable para la mayoría de los griegos de todos sus males, ha querido dar un mensaje de optimismo. En una rueda de prensa junto al primer ministro, Antonis Samaras, ha alentado en seguir con las reformas y los recortes «porque gran parte del camino ya se ha hecho».
Pero no hay que esperar milagros, «queda mucho por hacer». Merkel ha añadido que a otros países «les ha costado décadas levantarse». La conclusión es que, aun sabiendo el «sufrimiento de muchos griegos», sin las medidas adoptadas por el gobierno, «la situación sería mucho más dramática que ahora».
En lo inmediato, Grecia está pendiente del informe de la troika (CE, BCE, FMI) que permitiría desbloquear el siguiente tramo de ayuda internacional,de 31.500 millones de euros,, sin la cual el gobierno se quedará sin dinero a finales del mes que viene. Sin embargo, Merkel dijo que es «más importante que las cosas se hagan bien a que se hagan rápido». A cambio, vagas promesas de incentivar el crecimiento y de Grecia tenga acceso a los fondos del Banco Europeo de Inversiones.
Solo a unos metros de donde Merkel intentaba convencer, sin conseguirlo, decenas de miles de personas desafiaban la prohibición de manifestarse contra la presencia de la canciller alemana en Atenas. Seis mil policías se habían desplegado por la capital griega. Ha habido enfrentamientos y varias decenas de detenidos. Se han quemado banderas nazis, mientras se exhibían pancartas contra la visita de la canciller, considerada por muchos, como una provocación.