Merkel ya ha felicitado al presidente electo de Francia y espera mantener con él una estrecha colaboración. Hollande está invitado a visitar Berlín y se espera que lo haga poco después de su nombramiento oficial, el 15 de mayo. Todo buenas palabras desde ambos lados del Rhin, pero planteamientos políticos encontrados.
Lo que ha sido bandera electoral de Hollande, renegociar aspectos del pacto fiscal europeo para introducir elementos que impulsen el crecimiento en la UE es un tema tabú para Merkel. Este lunes ha repetido que «no se puede reabrir un pacto, ni ningún otro acuerdo, cada vez que hay una elección en un país. De ser así no se podría trabajar en la UE».
El pacto fiscal es innegociable para la canciller alemana, entre otras cosas, porque lo han firmado 25 países y ya lo han ratificado Grecia y Portugal e Irlanda tiene convocado un referéndum sobre el asunto. El debate está abierto en Europa y «Francia con su nuevo presidente pondrá su propio enfásis», dice Merkel, pero añade que austeridad y crecimiento «son dos caras de la misma moneda» porque solo habrá progreso con finanzas sólidas, asegura. Ya antes su portavoz, Steffen Steibert había adelantado que Berlin no quiere «que haya crecimiento a través de nueva deuda, sino a través de reformas estructurales».
Dicho esto, la jefa del gobierno alemán ha subrayado que las relaciones francoalemanas son «esenciales» para Europa. La oposición alemana, en cambio, ve en el triunfo de Hollande la posibilidad de que se hagan otras políticas en Europa para combatir la crisis. El presidente del SPD, Sigmar Gabriel, ha recordado que nadie quiere dar marcha atrás en el pacto fiscal, pero insiste en que el triunfo del socialista francés demuestra que hay alternativa a las políticas de Merkel y Sarkozy.