China está cada vez más presente en la agenda política y económica alemana. De la importancia de este viaje da cuenta la nutrida representación que acompaña a Merkel: siete ministros, dos secretarios de Estado y un amplio y selecto grupo de empresarios.
El gigantesco mercado chino está en el ojo de las exportaciones alemanas y la tecnología y la asentada industria alemana son un caramelo para Pekín. La combinación es perfecta y ambas partes están interesadas en reforzar la cooperación y en hacer negocios. En 2011, los intercambios comerciales alcanzaron los 144.000 millones de euros.
Pero además del componente nacional, este viaje de Merkel la consolida como la mejor y más autorizada representante de la Unión Europea en el exterior. La canciller no para. En las últimas semanas ha estado en Indonesia, Moldavia y Canadá y en todas partes, además de promocionar a Alemania, ha llevado la bandera de la UE para dar la imagen de poder del euro como moneda y de la eurozona como cliente y proveedor.
Europa es el mayor socio comercial chino y los problemas de la deuda han reducido la demanda de exportaciones chinas. Así que a las inquietudes de Pekín por la situación financiera de Grecia, España o Italia, que ha reconocido el primer ministro chino Wen Jiabao, Merkel ha respondido que hay «voluntad política absoluta» de estabilizar la moneda única, como prueban las «numerosas reformas que están en marcha».
Wen Jiabao se deja convencer por la canciller y anuncia que mejorará las consultas con la UE y el BCE y las instituciones financieras para ayudar a los países europeos más endeudados. El primer ministro chino admite que las explicaciones de Merkel «renuevan» su confianza en el euro, pero añade que las medidas puestas en práctica en la eurozona «no serán un río tranquilo». En Pekín preocupan las especulaciones sobre una salida de Grecia del euro y sobre la implementación de las reformas anunciadas en España e Italia para conseguir la consolidación fiscal.
Una prueba de buena voluntad es el anuncio de que el gigante asiático comprará 50 aviones Airbus A320, por valor de 2.790 millones de euros, en un momento de tensión en el sector entre China y la UE por la tasa de emisiones europeas a las aerolíneas por las emisiones de CO2, que cuenta con la oposición de Pekín y que ya paralizó contratos valorados en más de 11.000 millones de euros.
La crisis europea y la economía ocuparán los titulares de esta visita de Merkel a China, que tiene en segundo plano asuntos más espinosos para la canciller, como el respeto a los derechos humanos por el gobierno chino o su posición sobre Siria en el Consejo de Seguridad de la ONU, contraria a los países occidentales.