En una entrevista al diario británico The Guardian, a la directora del FMI le preguntan si se quita de la cabeza a las madres griegas que no tienen acceso a comadronas o los enfermos que no pueden conseguir medicamentos y Lagarde responde: «Pienso más en los niños de una escuela en un pequeño pueblo de Níger, que van dos horas a clase, tienen que compartir una silla entre tres y pese a todo están ansiosos por recibir una educación. Están todo el tiempo en mi cabeza, porque pienso que necesitan aún más ayuda que la gente en Grecia».
Lagarde admite que piensa tanto en los griegos privados de servicios públicos como en los que no pagan sus impuestos y avisa a los padres griegos que tienen que asumir la responsabilidad si sus hijos están siendo afectados por los recortes: «los padres tienen que pagar sus impuestos», afirma rotunda.
«Es hora de devolver lo prestado», señala. Cuando se le pregunta si está diciendo a los griegos y a otros europeos que han tenido tiempo de bonanza y ha llegado el momento de la recuperación, Lagarde es tajante: «Correcto».
La responsable del FMI afirma en la entrevista que Grecia no recibe un trato más suave que un país pobre y que al organismo que dirige no le resulta más difícil imponer condiciones fuertes a un país rico. Aunque el rescate de Grecia está costando al país una fuerte recesión, con aumento de la deuda, recortes de servicios, salarios y pensiones y un fuerte ascenso del paro, Christine Lagarde, asegura que no tiene intención de suavizar los términos del paquete de austeridad que se exige al país a cambio de la ayuda financiera. «Es la misión del Fondo y es mi trabajo decir la verdad».