La previsión de la canciller alemana es que «el contexto económico realmente no se simplificará el año que viene, sino que se complicará». El panorama pinta negro en 2013 y Merkel ve la causa en que «el mundo no ha acabado de aprender la devastadora crisis financiera de 2008».
«Pero esto no nos debe desalentar sino, al contrario, servir de estímulo». Las recetas contra la crisis de Alemania lo corroboran, según la canciller: «las reformas que hemos aprobado comienzan a surtir efecto. No obstante, continuamos necesitando mucha paciencia. La crisis no está ni de lejos superada».
Para Merkel, la confianza necesaria para encarar el año que viene se puede resumir en una frase del filósofo griego Demócrito, quien dijo que «el coraje es el comienzo de la acción, y la suerte es su fin». Así que para garantizar el «bienestar y la unidad» de los alemanes es necesario el «equilibro justo» y una «disposición al esfuerzo» para una «seguridad a nivel social para todos».
Merkel vincula la prosperidad de Alemania a la de la UE, pero hay un mensaje político interno para un año electoral. La canciller ha destacado que el país despide 2012 con el mayor nivel de ocupación desde la reunificación de Alemania en 1990 y plantea como objetivos para el año que llega las inversiones en formación e investigación, la transformación de Alemania en uno de los emplazamientos más modernos del mundo en materia energética, la preparación del país para el cambio demográfico y el saneamiento de las finanzas públicas.
Los sondeos siguen dando a Merkel una magnífica valoración, pero la pérdida de confianza en sus socios de gobierno liberales hace prever un cambio de estrategia. Los analistas ven tras las elecciones una gran coalición de gobierno con los socialistas del SPD, como la que existió entre 2005 y 2009, si los Verdes no dan un temido gran salto, que apartaría a Merkel del poder.