La proporción de personas que sobreviven con menos de 1,25 dólares al día ha bajado del 47 por ciento en 1990 al 22 por ciento en 2010, según las cifras que divulgó este miércoles la ONU .
Esto quiere decir que unos 700 millones de personas han salido de la indigencia.
Gran parte de esta reducción ha tenido lugar en países como Brasil, China e India, que tienen grandes poblaciones. No obstante, aún hay 1.200 millones de personas viviendo en la indigencia en las naciones más pobres de África, Asia y América Latina y el Caribe.
Una de las consecuencias no previstas del alivio de la pobreza fue que se ha propiciado el surgimiento de una nueva clase media que a su vez hace reclamaciones sociales, acompañadas de masivas protestas en Brasil, China, Egipto, India, Túnez y Turquía.
Sin embargo, esta reducción podría detenerse pronto debido a la crisis financiera mundial, con el colapso de las monedas y la caída de las exportaciones, según alertan los expertos.
Martin Khor, director ejecutivo del South Centre, con sede en Ginebra, señala que «la erradicación de la pobreza ha coincidido con factores excepcionalmente globales en la primera década de este siglo».
El auge crediticio en los países del Norte industrializado estimuló el comercio y el crecimiento económico en las naciones del Sur, al fortalecer las exportaciones de materias primas, explica. Los países pobres también se recuperaron de la crisis financiera de 2008 y 2009 gracias a las políticas de reflación de las naciones ricas.
«Pero las economías del Norte ahora están en problemas, ya que han adoptado políticas de austeridad, y la política monetaria expansiva de Estados Unidos deberá menguar tarde o temprano», dice Khor, exdirector de la Red del Tercer Mundo, con sede en Penang.
Los países en desarrollo ahora son más vulnerables a la caída de las exportaciones y de los precios de las materias primas, alerta.
Según Kohr, en los próximos años la desaceleración económica y la posible recesión en algunos países, así como la caída de los precios de las materias primas, tendrán un impacto en los empleos y en los ingresos, generando otra vez pobreza.
«Ya está ocurriendo en Grecia, y podría suceder en algunos países en desarrollo», advierte.
Por su parte, Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam International, comenta que los ODM han sido una importante fuerza para el desarrollo en los últimos 13 años. «Que tantas personas hayan salido de la pobreza en un período tan corto es algo para celebrar», señala.
No obstante, más de 1.000 millones de personas en todo el mundo aún sobreviven con menos de 1,25 dólares diarios.
Byanyima indica que los progresos han sido lentos o inexistentes en situaciones de conflicto prolongados, o donde el crecimiento económico no resolvió las desigualdades. «La pobreza a nivel mundial está cayendo pero, en un país tras otro, la desigualdad va creciendo», advierte.
Miles de millones de personas se están quedando rezagadas del crecimiento económico, indica. Hay un creciente consenso de que los altos niveles de desigualdad no solo son moralmente objetables, sino que también afectan a la estabilidad social y al crecimiento mismo. «Se debe hacer frente claramente a estos desafíos», añade.
Sin que se planteen esfuerzos para reducir la brecha entre ricos y pobres, los próximos Objetivos de Desarrollo Sostenible, que discute actualmente la ONU, serán inalcanzables.
«La gran omisión en los ODM fue no poner el objetivo en reducir la desigualdad. Sin esto, la próxima serie de metas para el desarrollo fracasará casi seguro», alerta. Se tiene que incluir una meta individual de reducción de la desigualdad, insiste.
Sameer Dossani, coordinador de la campaña Reconfigurando el Poder Mundial en la organización ActionAid, dice que, antes que nada, la ONU debe adoptar una forma más amplia de definir la pobreza, y no solo considerar con cuántos dólares diarios sobrevive una persona.
«Las raíces de la crisis global son las increíbles concentraciones de riqueza y el hecho de que ese dinero no se dirige» a los que más lo necesitan, explica.
Una de las formas de abordar las desigualdades globales, señala, es reformando el sistema fiscal internacional.
«En este momento estimamos que se pierden al menos 300.000 millones de dólares en recaudación impositiva, que podrían llegar al desarrollo, debido a la combinación de incentivos fiscales y la evasión de impuestos por parte de corporaciones», señala.
Hace hincapié en que a nivel nacional, los países deben alejarse de las políticas de liberalización que promueven el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones.
Y a nivel mundial, los líderes deberían reformar sus regímenes monetarios para reducir la dependencia del dólar estadounidense y así asegurar la estabilidad del sistema financiero internacional, dice Dossani.
El debate hasta ahora ha evitado estos asuntos clave. Para que haya un genuino marco para el desarrollo se necesita poner en primer lugar de la agenda la reforma de los sistemas fiscales y monetarios internacionales, insiste. «Estos temas no pueden esconderse debajo de la alfombra».
Los líderes mundiales reafirman su compromiso con los ODM
«Renovamos nuestro compromiso con las metas y nos comprometemos a intensificar los esfuerzos para conseguirlo en 2015», reza la declaración de los líderes reunidos en Nueva York que se ha conocido este miércoles.
Esas metas incluyen la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, la universalización de la educación primaria, la promoción de la igualdad de género, la reducción de la mortalidad infantil, la mejora de la salud materna, la eliminación del VIH/sida, la malaria y otras enfermedades, y la protección del medio ambiente a nivel mundial.
Los jefes de Estado y de gobierno reunidos en la sede de la ONU para el 68º Periodo de Sesiones de la Asamblea General, dijeron estar preocupados por los inmensos desafíos que aún hay por delante.
«Hemos decidido que la agenda de desarrollo post-2015 refuerce el compromiso de la comunidad internacional para la erradicación de la pobreza y (para) el desarrollo sostenible», señala el documento.
Los líderes mundiales también decidieron lanzar un proceso de negociaciones intergubernamentales a comienzos del 69º Periodo de Sesiones de la Asamblea General, en septiembre de 2014, «que lleve a la adopción de la agenda post-2015».