El alto precio que en algunos mercados alcanza la aleta de tiburón y el escaso valor que tiene el resto de su carne hace que se provoque la muerte de estos animales de forma indiscriminada.
Bruselas toma medidas para que todos los buques de la flota comunitaria y los que faenan en aguas de la UE estén obligados a desembarcar «las aletas de tiburón unidas al cuerpo», aunque se permite que se corte parcialmente la aleta y se doble para que se puedan almacenar mejor las capturas.
Los buques congeladores españoles y portugueses son los más afectados por esta medida, pero también pescan tiburones Francia y Reino Unido.
La Confederación Española de Pesca (Cepesca), emplaza a la CE a que presione al resto de las flotas mundiales para que prohíban también el corte de la aleta y acusa a la comisaria María Damanaqui, de querer dar un maquillaje verde a la pesca del tiburón.
Cepesca afirma que la flota española de palangre de superficie aprovecha de forma integral a los escualos, por una parte exporta al mercado asiático las aletas, la carne a centroamérica y la UE, la piel se vende par confeccionar artículos de moda, el hígado para extraer vitamina A y el cartílago para medicinas.
La Organización ecologista Oceana, aplaude la decisión de la Comisión Europea y afirma que la UE es la segunda potencia en pesca de tiburones, con el 14% de las capturas declaradas en todo el mundo.
Hasta 73 millones de tiburones mueren para satisfacer la demanda de aletas. Los escualos son muy vulnerables a la sobrepesca, crecen muy lentamente, maduran muy tarde y nace un número muy pequeño de alevines cada vez.