Los encargados de avanzar en este camino de la industria militar son la jefa de Relaciones Exteriores y de Defensa, Catherine Ashton, la Agencia Europea de Defensa y la Comisión Europea que desde ahora y hasta el consejo de septiembre de 2013 deberán preparar «propuestas y acciones adicionales para reforzar» la política de Defensa «mejorar la disponibilidad de las capacidades civiles y militares que se requieran» mientras que los Estados miembros estarán «estrechamente asociados» al proceso.
Los líderes de los veintisiete han reclamado que se desarrolle «una base industrial y tecnológica de la defensa europea más integrada, sostenible, innovadora y competitiva» y mayores sinergias entre la investigación y el desarrollo civil y militar. Se va a aumentar la eficacia, visibilidad e impacto de la Seguridad y Defensa Común con un enfoque global para la prevención de conflictos y se van a reforzar y revisar las capacidades, el personal y los déficit.
Desde 2008 no se revisaba la política de defensa de la UE, ahora se va a hacer porque «los desafíos de seguridad a los que se enfrenta Europa han aumentado en los últimos años» y se pide a los países que asuman más responsabilidad en el mantenimiento de la paz en «nuestro vecindario y más allá».
Según la UE la operación de Libia reveló algunos déficit que ahora se proponen subsanar, como el reabastecimiento en vuelo, la vigilancia, supervisión e inteligencia.
En definitiva mayor cooperación entre los Estados miembros y una industria militar más fuerte que contribuya a una «mayor innovación y competitividad y más crecimiento y empleo».
Los Estados miembros quieren «aumentar la eficacia operativa y la eficiencia» de las operaciones en el exterior, porque son «un elemento esencial del enfoque global de la UE a las regiones en crisis» como los Balcanes occidentales, el Cuerno de África, Oriente Próximo, el Sahel, Afganistán o el Cáucaso Sur en las que es importante, han dicho, estar presentes.