Más de cien observadores de la UE vigilan las elecciones en Afganistán

El 20 de agosto Afganistán se juega su futuro en las primeras elecciones presidenciales organizadas por su propia administración.

Ocho años después de su expulsión del poder, los talibanes han demostrado su capacidad de atentar contra el Estado y las fuerzas internacionales de apoyo para intentar quebrar el proceso electoral. A pesar de la violencia, los casos de corrupción, la incapacidad para consolidar unas estructuras democráticas y la involución legislativa en los derechos de las mujeres, se constata que una inmensa mayoría de los afganos apoya al régimen y estos comicios deberían ser los de su consolidación.

La UE apoya decididamente el proceso electoral y tiene a más de cien observadores vigilando la limpieza de las votaciones.

votante elecciones 2005/foto:JEMB

El sábado, 15 de agosto, los talibanes hacían explotar un coche bomba en las puertas del cuartel general de la OTAN en Kabul. Hubo 7 muertos y decenas de heridos. Más de cien personas que componen la Misión de la UE en Afganistán confirmaron lo que ya sabían: ellos también están en el objetivo de los extremistas expulsados del poder en 2001 y ahora rearmados y capaces de desafiar al poder establecido en el país y a las fuerzas internacionales de paz.

Esa Misión es la contribución más palpable de la Unión Europea al proceso electoral afgano, que debería concluir con un gobierno capaz de llevar la paz y la estabilidad al país y a la región. Desde hace meses los observadores de la UE estudian la situación política de Afganistán para garantizar unas elecciones limpias.

En ningún caso deben interferir en la preparación y celebración de las elecciones, pero sí vigilar la imparcialidad de la administración afgana, responsable única de los comicios; comprobar la libertad de todos los candidatos para expresarse públicamente, su igual acceso a los medios del Estado y a los medios de comunicación y finalmente garantizar la libertad de voto y el correcto escrutinio de los resultados.

Todo eso en medio de continuos incidentes violentos, sin un censo electoral, con un altísimo índice de analfabetismo entre la población, ni siquiera oficialmente cuantificado, y en un país tomado por cien mil soldados de la fuerza internacional de paz.

El día de la votación, 67 analistas de la UE habrán comprobado la limpieza del proceso y otros 50 se habrán distribuido por los colegios electorales de 34 provincias afganas para vigilar el escrutinio. Su informe final dará legitimidad o no a estos comicios.

Al frente de la misión está un eurodiputado francés, Philippe Morillon, quien la semana pasada ya daba por bueno en un comunicado el ambiente preelectoral, condenaba los actos violentos que se han venido repitiendo y destacaba las ansias del pueblo afgano por alcanzar la paz y la estabilidad. Con exquisitas dotes diplomáticas, también animaba a los candidatos y a sus seguidores a evitar cualquier acción que ponga en entredicho la limpieza de las elecciones.

Morillon confiesa que esta misión es seguramente la más difícil de las llevadas a cabo por los observadores de la UE, en la que su seguridad corre más peligro. Pero Afganistán es uno de los puntos clave en la política exterior europea. Su responsable, Javier Solana, visitó Kabul el mes pasado y se entrevistó con los principales candidatos en un gesto de apoyo al proceso. La Comisaria Ferrero-Waldner reconoce que la Misión es un gran desafío para la UE, pero una contribución necesaria a la joven democracia afgana.

Las elecciones se pagan además en parte con dinero europeo. La UE contribuye con 35 millones de euros al fondo de apoyo electoral de Naciones Unidas. Una nueva remesa de la UE que sumar a lo ya destinado a Afganistán desde 2002. Casi 256 millones de euros con los que se ha pagado a maestros y médicos, entre otros funcionarios; se ha invertido en desarrollo rural y en operaciones de inversión del gobierno. Un programa de asistencia con el que se ha formado y remunerado a doscientos mil funcionarios, se han puesto sistemas básicos de salud en diez provincias, mil seiscientos puntos de suministro de agua potable y se han retirado ochenta y dos mil minas antipersona.

Es mucho como contribución humanitaria pero sólo una pequeña parte de lo que queda por hacer en un país que ha vivido sucesivas ocupaciones o guerras desde hace décadas. Ahora los afganos tienen una oportunidad de rehacer su país. El jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, ha repetido estos días que la UE está y seguirá estando implicada en conseguir la estabilidad y la prosperidad en Afganistán.