La venta del 55% de Opel a la empresa austríaco-canadiense Magna se ha celebrado en Alemania como un éxito, cuando el futuro de la compañía automovilística sombreaba la campaña electoral. Sobre la mesa, Berlín pone 4.500 millones de euros en créditos y garantías estatales para la nueva empresa, New Opel. En el acuerdo está la eliminación de 10.500 puestos de trabajo, incluida la fábrica de Opel en Bélgica.
Sin embargo, el tono de victoria alemán se ha encontrado con el aviso de la Comisaria europea de competencia. Neelie Kroes ha aclarado ante el Parlamento europeo que la Comisión va a verificar las condiciones legales del paquete de ayuda y todo el contexto en el que ha sido concedido. Se trata de comprobar que Alemania no se ha movido por motivos proteccionistas al conceder ayudas estatales para garantizar más empleo de Opel en su país.
El gobierno alemán insiste en que se están cumpliendo las reglas del mercado único y de la competencia y, para tranquilizar a sus socios, ha convocado a representantes de los países afectados por la venta de Opel. Además de Alemania, España, Austria, Reino Unido, Polonia y Bélgica. En total, unos 50.000 empleados, de los cuales la mitad trabaja en plantas alemanas.
En España, de momento, el efecto ha sido el contrario al perseguido desde Berlín. El ministro español de industria, Miguel Sebastián, ha dicho que la operación le resulta sorprendente, que no le gusta la opción de Magna y que apuesta por «una solución europea para un problema europeo». euroXpress