«A 250 kilómetros de altitud la frontera entre la atmósfera y el espacio es muy fina, por lo que fue toda una sorpresa encontrar este tipo de formaciones», explica Agustín Sánchez-Lavega, de la Universidad del País Vasco (UPV) y autor principal del artículo que presenta estos resultados en la revista Nature.
Nubes a gran altitud en Marte
Estos penachos se formaron en menos de 10 horas, cubriendo un área de 1.000 x 500 kilómetros, y permaneciendo visibles durante unos 10 días, cambiando lentamente de forma. Ninguna de las misiones que orbitan Marte fue capaz de observar este fenómeno debido a la geometría de sus trayectorias y a las condiciones de iluminación del momento.
Sin embargo, al estudiar las imágenes de archivo del Telescopio Espacial Hubble del periodo 1995-1999, y las fotografías tomadas por astrónomos aficionados entre los años 2001 y 2014, se descubrió que este tipo de nubes se formaban de forma ocasional en el limbo de Marte, aunque normalmente no superaban los 100 kilómetros de altura.
No obstante, el 17 de mayo de 1997 el Hubble capturó un penacho extraordinariamente alto, similar a los observados en 2012. Los científicos intentan averiguar el origen y la composición de estas formaciones utilizando los datos del Hubble y las fotografías tomadas por los astrónomos aficionados.
El Hubble espía el misterioso penacho en Marte
«Una hipótesis que estamos discutiendo es que se trata de nubes reflectantes de hielo de agua o de dióxido de carbono, o incluso de partículas de polvo, aunque esto implicaría desviarse considerablemente de los modelos estándar de circulación atmosférica para justificar la formación de nubes a semejante altitud», comenta Agustín.
«Otra teoría sugiere que están relacionadas con la actividad de las auroras, y es cierto que se han detectado auroras en esta región en el pasado, ya que en ella el campo magnético del planeta presenta una gran anomalía», añade Antonio García Muñoz, investigador en el centro ESTEC de la ESA y coautor de este estudio.
Todavía no hay un acuerdo sobre el origen y la composición de estos curiosos penachos marcianos, pero será posible estudiarlos mejor gracias al Satélite para el estudio de Gases Traza (TGO), que es una parte de la contribución europea a la misión ExoMars que se lanzará el año que viene.