Draghi ha obtenido el respaldo de la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara por 33 votos a favor, 2 en contra y 4 abstenciones. El 23 de junio, lo confirmará el pleno y al día siguiente, el Consejo Europeo dará oficialidad a su nombramiento. El mandato de Trichet, al frente del Banco Central Europeo termina el 31 de octubre.
En su examen parlamentario ya dejó ver la línea de continuidad que mantendrá al frente de la autoridad monetaria. Defendió la actuación preventiva del BCE al subir los tipos de interés para evitar más tensiones inflacionistas y rechazó los planes alemanes a favor de que Grecia lleve a cabo una reestructuración suave de la deuda.
Su opinión empieza a contar en las grandes decisiones y cuando los ministros de Economía se enfrentaban estas semana sobre esta cuestión, él intervino, en la línea del propio Trichet, para decir que obligar a los bancos a participar en el segundo rescate griego tendría más costes que beneficios y provocaría un efecto de contagio al resto de países de la eurozona y, por tanto, la participación del sector privado debe ser exclusivamente voluntaria.
Estas primeras declaraciones contrarias a una iniciativa alemana habrán confirmado en Berlín sus malos pronósticos. El gobierno de Merkel contaba con poner a un alemán al frente del BCE, pero la renuncia de su candidato, el expresidente del Bundesbank Alex Weber, echó al traste los planes. Alemania no quería a un italiano en Frankfurt y luchó hasta el último momento por colocar a otros aspirantes.
Pero los equilibrios geográficos y diplomáticos de la UE y un decisivo apoyo del presidente francés, Nicolas Sarkozy, apuntaron a Mario Draghi como el elegido, con el aval de su preparación y experiencia en las finanzas internacionales, y Berlín tuvo que ceder.
El ahora gobernador del Banco de Italia lleva dos décadas participando en la política de su país sin llamar la atención de los focos. Así en los noventa sobrevivió a diez gobiernos distintos, fue el promotor de la política de privatizaciones italiana y tuvo un papel clave en la entrada del país en el euro. Ha formado parte del consejo de administración de algunas de las grandes empresas del país y cuenta en su currículum internacional con haber sido director ejecutivo del Banco Mundial.
En su carrera, un manchón. Entre 2002 y 2006 fue vicepresidente del cuarto banco de inversión del mundo, Goldman Sachs, que ayudó a Grecia a maquillar sus cifras de déficit y deuda. El propio banco y Draghi han negado que estuviera al tanto de esas operaciones y así lo ha reiterado esta semana ante el Parlamento Europeo.
Ahora llega al BCE con tres países europeos sometidos a planes de rescate, los mercados al acecho y la patata caliente de cómo reflotar las finanzas griegas sin provocar una debacle en la eurozona.
Los recortes que preconiza Bruselas también le afectarán personalmente. Draghi percibió el año pasado una retribución de 757.714 euros, según datos del Banco de Italia. Es más del doble de los 367.863 euros que cobró Trichet en el mismo periodo.