El BCE y su presidente, Mario Draghi, se encuentran en el centro de todos los debates sobre el futuro de la moneda única. Draghi, sale al paso de todas esas diatribas en un artículo que titula, «El futuro del euro: la estabilidad a través del cambio».
Los tres últimos párrafos del artículo dejan bastante clara la línea de pensamiento del presidente del Banco Central Europeo. El segundo de ellos es prácticamente una declaración de principios:
«El BCE no es una institución política. Pero es una institución de la Unión Europea y por lo tanto está comprometido con ella. Como tal nunca perdemos de vista nuestra misión de garantizar una moneda fuerte y estable. Los billetes que se emiten llevan la bandera europea y son un poderoso símbolo de la identidad europea».
En el párrafo anterior habla de la dificultad de hacer llegar un mensaje claro a los ciudadanos cuando los mercados están «fragmentados o influenciados por temores irracionales». En esas circunstancias, estabilizar los mercados puede requerir, a veces, «medidas excepcionales» que -dice- es su responsabilidad tomar como banco central de la zona euro en su conjunto.
Termina asegurando que es necesario un esfuerzo gradual y estructurado para completar una Unión Económica y Monetaria (UEM) que le dé al euro los cimientos firmes que necesita. Así se lograrían «los objetivos en los que se basan la Unión y el euro: la estabilidad, la prosperidad y la paz. Sabemos que esto es a lo que la gente en Europa y en Alemania, aspiramos».
Antes, Draghi, se refiere a las diferentes opciones que en estos momentos turbulentos surgen. O hay que volver al pasado, o ir hacia unos Estados Unidos de Europa. Responde que en su opinión, para tener un euro estable no es necesario elegir entre esas posibilidades.
Recuerda que el euro se creó como una «moneda sin Estado» para preservar la soberanía y la diversidad de los Estados miembros. Aunque los acontecimientos recientes han puesto en evidencia la falta de un marco institucional que garantice la solidez de las políticas económicas para una gestión eficaz de la crisis.
En su opinión, la solución no es una vuelta al pasado. La zona euro necesita una arquitectura nueva, y señala especialmente a Alemania, cuyo éxito está basado «en su profunda integración en la economía europea y mundial». Ese país, dice Draghi, debe seguir siendo el ancla de una moneda fuerte y estar en el centro de la estabilidad monetaria y de la economía dinámica y competitiva de la eurozona. «Solo una unión económica y monetaria más fuerte puede permitir eso».
El presidente del BCE, cree necesaria una supervisión sobre los presupuestos nacionales. Ve fundamental garantizar la competitividad de los países y estos deben de ser capaces de generar un crecimiento sostenible y empleo sin que existan desequilibrios excesivos entre unos y otros. «La zona euro no es una nación-estado» por lo que no es posible que algunas regiones estén en déficit permanente.
Los 60 años de integración europea han permitido que se llegue a una importante interrelación política. De hecho, afirma, las decisiones las toma el Consejo de la UE formado por ministros de los diferentes Estados y el Parlamento Europeo que es elegido por los ciudadanos de forma directa. «El reto es dar más legitimidad a estos organismos aumentado sus responsabilidades» y buscar la manera de mejorar la comprensión de los procesos europeos a nivel nacional.
En cuanto a los bancos dice que deben cumplir con los niveles más altos de regulación y centrarse en servir a la economía real.