Tras anunciar que el BCE mantendrá los tipos de interés en el 0,75 por ciento, Mario Draghi presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha dado cuenta de la reunión mensual del Consejo del banco a la que ha asistido el Vicepresidente de la Comisión Europea Ollie Rehn y que tenía soliviantados a los Estados miembros y a los mercados mundiales.
Mucha expectación para un resultado tan moderado. Nada que no se supiera con antelación. Los responsables políticos deben continuar con la consolidación fiscal, las reformas estructurales y la creación de instituciones europeas.
Pero esas medidas, ha dicho, son lentas de poner en marcha y sus resultados tardan tiempo en verse por lo que los gobiernos deben acudir mientras al Fondo de Estabilidad Temporal y al MSE si lo necesitan. En ese caso deberán cumplir estrictas condiciones.
También son lentas las medidas extraordinarias no convencionales que Draghi ha dicho que el BCE puede poner en marcha para afrontar las tensiones de los mercados, siempre que los países lo soliciten. En las próximas semanas se debatirá una relajación de las normas de garantía y se podrían repetir medidas como inyecciones baratas de capital a largo plazo.
A las presiones por parte de Francia e Italia para que se dé al Fondo de rescate europeo, una licencia bancaria para que pueda acudir al BCE en busca de financiación e intervenga en el mercado de bonos si fuera necesario, ha dicho que esa posibilidad va en contra de la legislación europea. «Tenemos una opinión legal», ha explicado en la rueda de prensa posterior al Consejo, que dictamina que eso no es posible.
En cuanto a la evaluación de la situación en la zona euro, ha explicado que los indicadores económicos apuntan a una actividad económica débil en un ambiente de gran incertidumbre. Más allá del corto plazo se espera una recuperación de forma muy gradual. Los mayores problemas están en alguna deuda soberana y su difícil financiación, el ajuste de los balances en los sectores financieros y no financieros y el alto desempleo. Problemas que además se ven lastrados por la desaceleración global.
De cara al futuro, es esencial que los bancos que lo necesiten sigan fortaleciendo su capacidad de recuperación, y que los Estados miembros apliquen las recomendaciones específicas por país, ha aclarado.
Preguntado expresamente por España, ha contestado que no se ha discutido si está en situación de pedir una nueva ayuda y ha añadido que «España y otros países han hecho progresos pero deben ser los gobiernos los que la pidan».
A la pregunta de si la frase que pronunció la pasada semana había sido consensuada con el Consejo del Banco ha respondido que todo lo que dijo se había hablado ya en anteriores reuniones. Por lo que respecta a si lo que se ha discutido este jueves ha merecido la aceptación de todos los consejeros, ha contestado que de todos menos uno, del que no ha dicho el nombre pero que muy bien podría ser el presidente del Bundesbank