Ségou, Malí, (IPS) - Su alegre pañuelo amarillo combina con el resto de su ropa, pero contrasta con su rostro cansado. Sokona Soumounou se sienta cerca de la multitud que hace fila para recibir asistencia del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en la localidad maliense de Ségou. «Me quedo con mi hermano menor aquí, cuidando a cuatro niños cuyos padres están en otro lugar», nos dice.
Esta semana ha sido la primera vez que llegó asistencia para las alrededor de 3.600 personas que huyendo del conflicto en el norte de Malí se refugiaron en Ségou. «Nuestra situación no es fácil. Nadie nos ayuda», dijo Soumounou, de 31 años. «Necesito encontrar alojamiento, pero el precio de las viviendas se ha disparado», añade.
Bakary Diarra, maestro de Andéraboukane, en el norte, perdió todo lo que tenía. «Vine a Ségou sin un penique. Los rebeldes se llevaron todas nuestras posesiones, incluso mi teléfono móvil y la ropa de mi esposa», relata.
Los rebeldes tuareg iniciaron un levantamiento armado en el norte de Malí en enero, que el gobierno intentó contener. El presidente Amadou Toumani Touré fue víctima de un golpe de Estado el 22 de este mes y, poco después, los tuareg junto a varios grupos islamistas tomaron el control de la zona septentrional. «Hay muchos maestros en dificultades económicas, después de haber tenido que huir de las áreas controladas por los rebeldes. No estamos recibiendo nuestros salarios forma regular, al menos las personas que conozco, que huyeron de la región de Gao», afirma.
El 20 de este mes, el Programa Alimentario Mundial (PMA) lanzó una operación para distribuir alimentos básicos entre los desplazados. En Ségou, esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas entregó 18 toneladas de suministros. «Les dimos mijo, aceite y guisantes», dijo Soro Mawa, a cargo de las operaciones del PMA en la ciudad.
Pero los desafíos van más allá de Ségou, dijo el periodista local Ibrahim Klepy. «Muchos de esos desplazados por el conflicto han encontrado refugio en otras partes del sur», señala, «Sabemos que hay muchos desplazados que viven con sus padres o con otras personas que conocen en Ségou y otras ciudades, muchos en lugares donde no hay centros de recepción», agregó.
Según la organización no gubernamental Médicos Sin Fronteras (MSF), cerca de 320.000 personas han huído del conflicto en el norte desde enero, de las cuales 160.000 se hallan hoy en campamentos para refugiados en los vecinos países de Burkina Faso, Níger y Mauritania.
El lento ritmo de la distribución de la ayuda ha desatado críticas. «MDF llama al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y al PMA a que incrementen y aceleren la distribución de la asistencia en Burkina Faso, Mauritania y Níger antes de que la temporada de lluvias la dificulte aun más», dice Malik Allaouna director de operaciones de la organización.
En Malí, los trabajadores del del PMA señalan que se debería crear un corredor humanitario para acelerar la asistencia al norte. Ha habido cierto progreso en este frente en las últimas semanas. Las agencias de la ONU y la sociedad civil de Malí reúnen donaciones para los desplazados. «El Consejo Supremo Islámico ha negociado con grupos armados para permitir el envío de un primer convoy (el 12 de este mes) a las regiones de Kidal, Gao y Timbuktu», nos dijo el asistente del alcalde de Ségou, Madany Niang, que añade que el gobieno prepara otro convoy.
Otras donaciones y apoyo médico han sido organizadas por un espontáneo colectivo de jóvenes denominado «Grito del corazón por el norte». Al Mahdi Cissé, integrante de ese movimiento, comenta que la crisis en el norte ha afectado severamente a una población que ya se encontraba en situación vulnerable. «Sacudidos por dos años de escasez de alimentos, la población en el norte sufre un trauma físico y moral y una grave privación de agua, medicinas, electricidad e incluso alimentos básicos. Estas personas ya están al límite, y cada hora que pasa lo empeora».
El manifiesto publicado en Internet por el colectivo de jóvenes señala que los esfuerzos para restablecer el orden constitucional en Malí deberían ir acompañados de un urgente plan de acción humanitaria.