Ha sido un juicio áspero contra el Consejo de Seguridad, el órgano político más poderoso de la ONU, que sus detractores aseguran necesita con urgencia una resurrección.
La devastadora guerra civil y la violencia sectaria en Siria han desplazado de sus hogares a más de 11 millones de personas, más de la mitad de los 18 millones de habitantes del país, mientras que 12 millones necesitan asistencia humanitaria.
Simon Adams, director ejecutivo del Centro Mundial por la Responsabilidad de Proteger, con sede en Nueva York, nos dice que Siria es claramente el fracaso más trágico del Consejo de Seguridad en los últimos años. «Cada veto y la inacción del Consejo se interpretan como una licencia para matar por los perpetradores de las atrocidades en Siria», afirma.
Los cuatro vetos que impusieron China y Rusia para proteger al acosado gobierno del presidente sirio, Bashar al Assad, fueron emitidos en octubre de 2011, febrero y julio de 2012, y en mayo de 2014. Los 220.000 muertos son una horrenda acusación ante la magnitud del fracaso del Consejo de Seguridad en Siria, sostiene Adams. «Constituyen 220.000 razones por las que necesitamos reformar el derecho de veto de los cinco miembros permanentes cuando se trata de crímenes de atrocidades en masa».
El Consejo de Seguridad tiene 15 miembros, de los cuales China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia tienen poder de veto. A lo largo de los años, todos han recurrido al veto sobre todo para proteger a sus aliados o sus intereses nacionales.
Desde que la ONU se fundó en 1945, las dos grandes potencias han sido los que más han aplicado el veto. Estados Unidos lo hizo 79 veces y Rusia 11, además de los 90 vetos de su antecesora, la Unión Soviética. China ha ejercido ese poder en nueve ocasiones, según las últimas cifras disponibles.
«El veto cuesta vidas. La historia juzgará muy severamente a aquellos estados que vetaron resoluciones dirigidas a terminar con las atrocidades en Siria. Tienen la responsabilidad de proteger y la responsabilidad de no vetar», asegura Adams.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien ha abogado de manera sistemática por una solución política en Siria, ha dicho que el pueblo sirio se siente cada vez más abandonado por el mundo, al entrar en el quinto año de la guerra que comenzó el 15 de marzo de 2011. Ellos y sus vecinos siguen sufriendo ante la mirada de una comunidad internacional dividida e incapaz de tomar medidas colectivas para detener la matanza y la destrucción, señala.
Ban recuerda que la guerra comenzó cuando miles de civiles sirios salieron a las calles para reclamar pacíficamente reformas políticas. Pero esa demanda legítima fue recibida con una respuesta violenta por parte de las autoridades sirias. Con el tiempo, los civiles tomaron las armas, las potencias regionales se involucraron y grupos radicales obtuvieron un punto de apoyo, agrega.
En lo que parece un giro diplomático, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, no descarta una solución política a la guerra civil siria. «Estamos trabajando mucho con otras partes interesadas para ver si podemos revitalizar un resultado diplomático», declaraba en una entrevista televisiva el domingo 15, aunque Estados Unidos apoya a las fuerzas rebeldes que luchan para derrocar al gobierno de Assad por la vía armada.
La actriz estadounidense Angelina Jolie, enviada especial del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, dijo el sábado 14 que «la gente tiene derecho a sentirse desconcertada y enojada de que el Consejo de Seguridad de la ONU parezca incapaz de responder a la peor crisis del siglo XXI».«Es una vergüenza que ni siquiera se haya cumplido la demanda básica para el acceso humanitario», denunció.
«Mientras tanto, los países vecinos y las agencias humanitarias internacionales están saturados. Y es repugnante que se estén perpetrando crímenes contra el pueblo sirio a diario con total impunidad. El no ponerle fin a esta crisis nos disminuye a todos», declaró Jolie.
Ban dijo que la falta de rendición de cuentas en Siria dio lugar al aumento exponencial de los crímenes de guerra, los de lesa humanidad y demás violaciones a los derechos humanos.
Según Ban, cada día hay informes de horrores nuevos, referidos a ejecuciones, detenciones arbitrarias, secuestros y desapariciones generalizados, la tortura sistemática de los detenidos, el bombardeo indiscriminado de zonas civiles, incluso con bombas de barril, tácticas de asedio y de hambre, el uso de armas químicas, y atrocidades cometidas por el grupo extremista Estado Islámico y otros.
Según Adams el presidente Assad y todos los responsables de las atrocidades en Siria deberían estar esposados ante la Corte Penal Internacional de La Haya.
Y añade «El Consejo de Seguridad de la ONU no ha sido capaz de terminar con un conflicto que ha costado 220.000 vidas, pero lo menos que puede hacer ahora es remitir la situación a la Corte para que las víctimas tengan alguna posibilidad de justicia».