Alemania, con una tasa de paro del 7 por ciento, está empezando a sentir el efecto de la crisis que tiene a otros países europeos con el agua al cuello. Tras quince años de crecimiento, tranquilidad laboral y contención salarial los trabajadores están haciendo oír su voz.
Las huelgas han afectado a las grandes industrias Bosch, BMW, Siemens o Deutsche Telekom. El sindicato alemán Verdi ha anunciado huelgas en el sector bancario para pedir un aumento de los salarios. Otro sindicato IG Metall, ha organizado esta pasada semana protestas que movilizaron a más de 160.000 trabajadores en el valle del Ruhr.
El sindicato reclama un aumento del 6,5 por ciento en los salarios, pero las negociaciones se interrumpieron cuando los empresarios se negaron a pasar del 3 por ciento.
El sector empresarial se muestra cada vez más preocupado por la ralentización de la economía alemana. El aumento de salarios que piden los trabajadores «debilitaría a las empresas, algunas de ellas no pueden permitírselo», ha dicho el presidente de los empresarios de la metalurgia, Martin Kannegiesser. La patronal estima que la economía alemana ha vivido su mejor momento en 2010-2011 y que a partir de ahora se verá afectada por la crisis de sus vecinos de la eurozona.
Los expertos creen que las reivindicaciones no son algo pasajero de este año, sino que son reflejo de un cambio en la actitud de los trabajadores.