Se celebraban elecciones parlamentarias, legislativas, locales y provinciales. En la Vojvodina se organizaban también las provinciales, por ser provincia autónoma, y, en cambio, en Kosovo, organizadas por la OSCE mediante 90 urnas, solo las presidenciales y parlamentarias porque las elecciones locales estaban prohibidas. Pese a todo se dispusieron urnas en el norte de Kosovo, Zubin Potok y Zvečan, para aquellos serbios de los enclaves del norte que quisieran votar para las elecciones locales, aunque los resultados no serán reconocidos por Belgrado, y mucho menos por la comunidad internacional o Priština.
El panorama a nivel de las encuestas parecía claro, y esperables han sido los resultados según los datos no oficiales manejados por la organización CESID y los partidos políticos. En las elecciones presidenciales la disputa estaba entre los políticos Boris Tadić (DS-Partido Democrático) y Tomislav Nikolić (SNS-Partido Progresivo Serbio), candidatos que volverán a concurrir en una segunda vuelta el 20 de mayo.
Tadić es presidente desde 2004. Tiene en su contra el desgaste de los malos indicadores económicos de su último gobierno, que ha terminado con más de 400.000 puestos de trabajo perdidos, llevando al país a un 23% de desempleo. Los problemas que aquejan al país son los mismos de otros vecinos: los niveles de corrupción, las desigualdades sociales, la calidad de la educación y la sanidad, las malas perspectivas económicas y la fatiga del discurso europeísta. Frente a esto la campaña del gobierno de Tadić se defiende con la consistencia de la vía europeísta, y la estabilidad y seguridad como mayores atractivos para un electorado acostumbrado a la convulsión política.
Su oponente Tomislav Nikolić no se ofrece como una alternativa ideológica, sino que las similitudes con su oponente son evidentes. La diferencia entre ambos candidatos radica en la credibilidad de sus liderazgos. Mientras que Tadić representa a la elite belgradense, donde se concentra el poder económico, y la continuidad en el poder, Nikolić abandera el cambio por el lado de los valores (honestidad, éxito y anticorrupción), con una identificación mayor con la psique del votante medio serbio. En contra de este aspirante juega su viraje político en apenas 4 años desde el nacionalismo radical hasta el discurso proeuropeísta. En cualquier caso la victoria dentro de dos semanas dependerá de la persuasión que sean capaces de demostrar ambas figuras políticas.
Una diferencia importante respecto a anteriores comicios es que Kosovo no ha jugado un papel destacado. Aunque ambos candidatos han declarado que no reconocerán la independencia de Kosovo, las necesidades ciudadanas más perentorias han ocupado las intervenciones en sus respectivas campañas políticas. Si bien en el año 2008 ambos candidatos volcaron sus mensajes políticos en el no reconocimiento, en esta campaña la atracción de inversiones extranjeras y la creación de empleo han sido cuestiones prioritarias.
El incremento de votos por parte del Partido Socialista de Serbia (SPS) es la gran noticia de la jornada electoral. Su líder Ivica Dačić apuntaba desde su cargo de Ministro del Interior como el mayor político en alza para estas elecciones, y en efecto no será posible que Tadić o Nikolić formen coalición de gobierno sin su partido. Si bien Dačić no participará en la segunda vuelta de las presidenciales, los resultados de las elecciones parlamentarias exigirán de las coaliciones de gobierno de los dos candidatos favoritos del electorado seducir al que fuera el delfín más carismático de Slobodan Milošević, que los últimos años ha sabido crecer políticamente en la coalición de gobierno de Tadić. Dačić dijo ayer sobre sus aspiraciones reales: «No se sabe quién será presidente, pero se sabe quién será primer ministro».
Los tres meses que tienen las coaliciones en liza para formar gobierno y constituir el parlamento se advierten intensos en los pasillos de las sedes de los partidos políticos. No obstante la baja participación debe llamarles la atención sobre el desencanto con la política que vive la sociedad serbia, consciente de que en los últimos años ha habido multitud de promesas incumplidas y los políticos que derrocaron a Milošević tienen demasiadas cosas en común con los políticos que dominaron la escena de poder durante la década de los años 90.
A falta de resultados oficiales, si bien Tadić y Nikolić deberán felicitarse por su victorias en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, no deberían de olvidarse de que entre ambos candidatos suman apenas la mitad de los votos, mientras que la abstención llega al 40%. Malas noticias para la salud de una democracia.