En el mismo comunicado, en que los países miembros de la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (CEDEAO) piden a la ONU ayuda «inmediata», le dicen a los países miembros que envíen, sin demora, las tropas que han prometido. En el encuentro. el presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, reclamó un «amplio compromiso de Francia y África en la guerra total y multiforme contra el terrorismo en Malí».
Según el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, presente en la cumbre, su país no tiene «vocación de sustituir a la acción de la MISMA» (Misión Internacional de Apoyo a Malí) que recibió el mandato de la ONU de ayudar a al país africano, e insistió en la importancia de la conferencia de donantes, prevista para el 29 de este mes en Addis Abeba.
Unos 2.000 miembros de la MISMA, bajo el mando del general nigeriano Shehu Abdulkadir, se desplegaran en Malí antes del 26 de enero. Un centenar de soldados de Togo y Nigeria ya están en la capital maliense, Bamako, y se espera la llegada de otros 5.800 militares de Níger, Guinea, Ghana, Burkina Faso y Chad (que no forma parte de la CEDEAO).
El presidente interino maliense, Dioncounda Taoré, ha animado a sus soldados a marchar hacia Gao, Tombuctú y Kidal en el norte, ocupadas desde hace nueve meses por grupos islamistas armados.
Las Organizaciones no Gubernamentales «Ecologistas en Acción» y el colectivo «Utopía Contagiosa» piden en un comunicado una solución diferente para Malí, que no pase por la escalada militar y denuncian que los objetivos de Francia no son tan humanitarios como el gobierno galo quiere hacer ver.
Malí es el tercer productor de oro de África, tiene petróleo y piedras preciosas y recientemente se han encontrado grandes reservas de uranio. Mientras que su población sufre graves carencias. El comunicado de las ONG destaca que es uno de los países más pobres del mundo, «con una renta per cápita de unos 1.500 dólares al año», alrededor de la mitad de la población subsiste con menos de 1,5 dólares al día.
Para Luis González Reyes, de Ecologistas en Acción, «un conflicto militar solo genera un enquistamiento de la situación». Serían más eficaces «medidas de interposición entre las partes que lleven a soluciones políticas y búsqueda de acuerdos con los islamistas en el norte, a la vez que se tendría que promover, la reconstrucción de servicios básicos para la población, como sanidad, escuelas o trabajo»
En 1988 el 25 por ciento de sus ingresos iba destinado a pagar la deuda externa, que representaba el 125 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB). El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, le impusieron un estricto y duro programa de privatización de la banca, despido de funcionarios, venta de empresas estatales... a cambio de aliviar esa deuda. La situación del país no mejoró mucho aunque le dejó inerme entre continuos cambios de gobierno y golpes de Estado,
La deuda externa ha descendido considerablemente pero el país continúa empobrecido. Como en tantos otros de África, para obtener fondos, el gobierno vende tierras de cultivo a otros países y a multinacionales. Los agricultores se ven privados de sus fuentes de subsistencia y tienen que marcharse.
A partir de 1992 comenzó una persecución de los tuaregs, que salieron en masa del país, unos 120.000 se instalaron en Argelia, Mauritania, Burkina Faso y Níger, y hubo centenares de miles de desplazados internos, que el pasado año comenzaron a volver. En enero de 2012 una sublevación en el norte. El 6 de abril, el Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA), declaró la independencia como una solución a la marginación de las poblaciones nómadas del norte del país.
Duró poco tiempo, el grupo Ansar Dine y el Movimiento para la Unidad y la Yihad (MUYAO) se hicieron los amos del territorio, proclamaron la sharia islámica y persiguieron de nuevo a los tuaregs. La semana pasada los islamistas comenzaron a avanzar desde la región septentrional conocida como Azawad, hacia la región de Mopti, desde allí la amenaza sobre la capital Bamako no se haría esperar. Fue cuando el presidente francés, François Holande tomó la decisión de intervenir.