El jurado, compuesto por organizaciones no gubernamentales (ONG), eligió a Gap, mientras 95.000 personas votaron a través de Internet por Gazprom. Lamentablemente, sigue existiendo la necesidad de campañas como la nuestra para exigirles transparencia a las empresas», explica Silvie Lang en nombre de las dos organizadoras, Declaración de Berna, promotora de una relación más equitativa entre el Norte y el Sur, y Greenpeace Suiza.
Lang añade que «estamos aquí para recordarle al mundo empresarial y a quienes se esconden detrás de las puertas cerradas en Davos que las consecuencias sociales y ambientales de sus actividades de negocios no solo afectan a la gente y al medio ambiente, sino también la reputación de su firma». Para Declaración de Berna, no es una opción la participación en el Foro Económico Mundial, que se ha realizado por 44 año consecutivo. Según su portavoz, Olivier Classen, «este tipo de inclusión es mucho menos eficaz que la crítica desde fuera». «Davos es el escaparate mundial de la política simbólica donde los incendiarios se disfrazan de bomberos durante unos días».
Este año, las ONG internacionales propusieron 15 candidatos para los dos premios de la vergüenza. Entre ellos están Glencore Xstrata y BASF, como representantes de la industria de la extracción, productores de plaguicidas y Gap, la empresa de la vestimenta que ha obtenido el premio del jurado. «Le otorgamos esta vergüenza a Gap por sus monstruosas y poco sinceras prácticas comerciales que obstaculizan los acuerdos jurídicamente vinculantes para mejorar sustancialmente las condiciones de trabajo» de sus empleados, asegura el director ejecutivo de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo, en nombre del jurado.
Gap no estaba presente para recibir el premio. En su lugar lo retiraron Kalpona Akter, del Centro de Bangladesh de Solidaridad con los Trabajadores, y Liana Foxvog, del Foro Internacional para los Derechos Laborales (ILRF). Akter, una activista de base implacable, fue en el pasado obrera textil de prendas para niños. «Cosía ropa para las empresas multinacionales y ganaba menos de 10 dólares al mes por 450 horas de trabajo», aseguró. Actualmente, el salario mínimo en Bangladesh asciende a 68 dólares al mes. «Por la inflación, no es mucho más de lo que yo solía ganar», explica.Pero su principal preocupación no son los bajos salarios. «Cuando los trabajadores reclaman con inquietud por los riesgos de seguridad, no se les escucha,» subraya. Hace tres años, 29 obreros murieron en un incendio en una de las fábricas proveedoras de Gap en Bangladesh. Después de esa tragedia, organizaciones sindicales y laborales negociaron con la empresa trasnacional para ponerle fin a la mortandad en constante crecimiento en la industria del vestido. En total, 1.129 trabajadores bengalíes murieron en incendios desatados en fábricas de prendas de vestir el año pasado.
En un comunicado de prensa, Gap destaca que es miembro fundador de la Alianza para la Seguridad de los Trabajadores de Bangladesh. «La Alianza es un compromiso serio, transparente y vinculante por parte de sus miembros para realizar mejoras urgentes por la seguridad de los trabajadores en Bangladesh», aseguraba el escrito. Para Foxvog, la Alianza es «poco más que un lavado de cara». La activista se comprometió a llevar el premio directamente a la sede de Gap en la ciudad estadounidense de San Francisco.
«No queremos que las empresas abandonen nuestros países», dice Akter. «Queremos empleos, pero deben ser puestos de trabajo con dignidad. Las corporaciones mundiales deben dejar de lucrarse con este sistema de doble vía».
Una tercera parte de las 280.000 personas que participaron de la votación en internet eligió al gigante energético Gazprom para el premio popular. No es de sorprender, ya que la empresa ha sido centro de atención en los últimos meses. En septiembre, las fuerzas de seguridad rusas detuvieron a 28 activistas de Greenpeace y a dos periodistas durante una protesta contra la extracción de petróleo en su plataforma marítima Prirazlomnaya. El mes pasado, Gazprom se convirtió en la primera compañía en extraer petróleo en el océano Ártico.
Según Greenpeace, Prirazlomnaya no es en lo absoluto una unidad de perforación de vanguardia. A los activistas les preocupa mucho que no esté a disposición del público un plan de respuesta convincente ante un eventual derrame de petróleo en uno de los ambientes más extremos del mundo. Greenpeace sostiene que los métodos tradicionales de limpieza que emplea Gazprom simplemente no funcionarían en condiciones heladas.
IPS solicitó a Gazprom sus comentarios sobre este premio en la categoría de «conducta empresarial irresponsable a costa de la gente y el medio ambiente». El portavoz de la firma rusa, Sergey Kupriyanov, no brindó detalles sobre si habrá reacción, pero sí destacó que la empresa está plenamente comprometida con los estándares ambientales más elevados. «Por lo tanto estamos muy sorprendidos por la decisión del jurado de los premios Public Eye, que al parecer está motivado por inquietudes ajenas a la ecología,» contestó Kupriyanov.
El portavoz señaló que la plataforma Prirazlomnaya fue diseñada específicamente para los climas más hostiles. «Las técnicas de perforación aplicadas evitan la contaminación del agua subterránea y la mezcla de residuos de la perforación y la producción con el agua de mar», asegura. «Los planes de prevención y de respuesta especialmente diseñados para derrames de petróleo garantizan que la tripulación de la plataforma esté bien equipada para las situaciones de emergencia».
Naidoo, de Greenpeace, señala que su organización considera realizar un llamamiento al boicot de Gazprom y su socia, Shell, que el año pasado recibió otro premio de la vergüenza en Davos. «Nuestra protesta pacífica en el Ártico concientizó a muchos», explica. «Cerca de cinco millones de personas firmaron nuestra campaña del Ártico, y lo mejor está por venir».
Utilizar los premios Public Eye para concientizar aun más a los ciudadanos puede resultarles más fácil a las organizaciones que se ocupan de Gap, ya que su base de consumidores difiere mucho a la de Gazprom. La ropa de Gap no es imprescindible para nadie, pero muchos dependen del petróleo y el gas de Gazprom.
Es posible que las críticas a la empresa energética caigan en oídos sordos. «Pero incluso Gazprom, Rosneft y Chevron no son completamente inmunes a la presión pública», sostiene Naidoo. Y agrega que estas transnacionales ignoran que «las relaciones y la reputación son un capital que es tan importante para el éxito como el capital convencional».