Cuando se es veintisiete siempre hay unas elecciones en puertas, siempre hay unos intereses nacionales que primen sobre los de la Unión y eso lo sabe muy bien el primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker. Cuando era presidente del Eurogrupo se desesperaba por la falta de colaboración de los Estados miembros, ahora se escuda en la falta de claridad de Suiza para proteger el secreto bancario de su pequeño país. Tampoco Austria está dispuesta a perder las pingües ganancias que dan las cuentas opacas, ni Reino Unido, ni...
Todo queda para más adelante. Mientras, los dos países irán negociando con Suiza, Liechtenstein, Mónaco, Andorra y San Marino todos en Europa, todos socios prioritarios de la Unión Europea. Respecto a los huecos legales por los que se cuelan las multinacionales ha quedado muy clara la necesidad de tomar medidas. Para el primer ministro británico David Cameron, «la mejor solución es establecer normas y estándares globales duros para que todas las multinacionales hagan una contribución plena y justa», algo que no le gusta a la canciller Angela Merkel que quiere que las empresas paguen impuestos «ahí donde están instaladas», pero descarta que los veintisiete «armonicen las tasas».
Por su parte, el primer ministro irlandés, Enda Kenny, ha tenido que salir al paso de las acusaciones que se hacen a su país de colaborar con Apple para que pague menos impuestos. «no hacemos tratos especiales con ninguna empresa individual sobre el tipo impositivo (impuesto de sociedades)». Lo cierto es que Apple, según un informe del Senado de Estados Unidos, apenas si ha pagado un 2 por ciento de impuestos sobre 57.400 millones de euros de ganancia en el extranjero. No está sola, tampoco pagan lo que les correspondería Amazon, o Google o Starbucks.
Mientras se ponen de acuerdo conocemos gracias a Oxfam que, al menos 14 billones de euros que pertenecen a fortunas individuales se esconden en paraísos fiscales en todo el mundo. Eso significa más de 120.000 millones de euros de impuestos que no llegan a las arcas de los países.
Según Natalia Alonso, directora de la oficina de Oxfam en Bruselas si el dinero privado que se esconde en los paraísos fiscales pagara los correspondientes impuestos, «los ingresos duplicarían lo necesario para acabar con la pobreza extrema en el mundo».
Según la organización, dos tercios de ese dinero más de 9,5 billones de euros, está en paraísos fiscales de la UE o bajo su jurisdicción, tales como Luxemburgo, Andorra o Malta, que facilitan la pérdida de más de 80.000 millones en impuestos en el mundo. Sólo el Reino Unido y territorios dependientes acumulan más de la mitad de esa cantidad, convirtiéndolo de lejos en el principal culpable entre los países de la UE, pero de ninguna manera en el único.