Análisis de Hisham Allam
El Cairo, (IPS) - Mientras los egipcios acuden este martes y miércoles a las urnas para un referendo constitucional, el destino de la Hermandad de los Hermanos Musulmanes pende de un hilo. La junta militar gobernante arremete de continuo contra esa organización islamista desde que tomó el poder el año pasado.
Tras un atentado suicida que el 23 de diciembre dejó 16 muertos y decenas de heridos en una comisaría de la ciudad de Mansoura, al norte de El Cairo, el gobierno egipcio calificó formalmente a la Hermandad de organización terrorista. Las autoridades la acusaron de perpetrar el ataque suicida, aunque una organización insurgente con base en el Sinaí, Ansar Bayt al Maqdis, se atribuyó su autoría.
El vicepresidente del Partido Salafi al Nour, fuertemente islamista, Bassam al Zarqa, ha dicho que «los medios de comunicación locales intentan hora acusar a la Hermandad Musulmana de estar detrás de los ataques terroristas perpetrados en los últimos tiempos en Egipto para alterar el referendo, pero yo rechazo este argumento a menos que las autoridades aporten evidencia real para condenar» a esa organización. «El mapa de grupos islamistas no ha cambiado», dice este exasistente del derrocado presidente Mohammad Morsi (2012-2013).
Para Al Zarqa «quienes creen que la violencia es la única manera de cambiar están todavía involucrados en ataques terroristas, mientras otros grupos creen en la democracia y en un cambio pacífico. La Hermandad Musulmana está entre los segundos, y hace décadas decidió renunciar a la violencia». Sin embargo, agrega, «no hay duda de que los recientes ataques terroristas debilitan la popularidad de la Hermandad Musulmana y le hacen perder un gran segmento de simpatizantes».
Al Zarqa cree que el proceso electoral es la única solución para evitar que Egipto se convierta en un estado policial. Según él, el indicador clave será la aceptación o el rechazo que el pueblo exprese sobre el próximo presidente, independientemente de sus antecedentes o de si pertenece o no a las Fuerzas Armadas. «Tengo reservas en cuanto a las maneras de seleccionar al comité que redactó la Constitución, pues descartó la voluntad de 18 millones de ciudadanos que habían votado a favor de la anterior. Ahora la pelota está en la cancha del pueblo egipcio, para aprobar o rechazar esta Constitución».
Amr Moussa, presidente del comité de 50 miembros responsable de elaborar la nueva carta magna, dijo que esta «amplía el alcance de las libertades de un modo muy impactante, refuerza los principios de la igualdad de género y concede mayores derechos a las mujeres». Él espera que la Constitución se apruebe con el 70 por ciento de votos.
Poco después de la designación de la Hermandad Musulmana como organización terrorista, Moussa dijo: «Ahora los invito (a sus integrantes) a participar en el referendo y a demostrar que son parte de esta nación y que quieren salir de esta situación caótica». Moussa, -quinto en las primeras elecciones presidenciales posteriores a la revolución, en junio de 2012-, dijo que no se postularía a los próximos comicios, y ha expresado su apoyo al jefe de las Fuerzas Armadas egipcias, Abdel Fatah Al Sisi, en caso de que él sea candidato.
Gabber Nassar, profesor de derecho constitucional en la Universidad de El Cairo, cree que «los grupos que rechazan la nueva Constitución son extremistas y se niegan a reconocer la revolución del 30 de junio como una revuelta popular y, en consecuencia, su influencia sobre la vida política». «Los esfuerzos de la Hermandad Musulmana y de sus aliados por movilizarse contra la nueva Constitución fracasarán, especialmente porque los egipcios los vinculan con los atentados terroristas que amenazan la seguridad del estado», agrega Nassar, quien integró el Comité de los 50.
El experto cree que la Hermandad, que está boicoteando formalmente el referendo, «ordenará secretamente a sus seguidores a que participen y voten contra la Constitución, porque ellos están acostumbrados a trabajar en la oscuridad». «Espero que el resultado final del referendo sea un abrumador 'sí'», agrega. Para Nassar hay pocas similitudes entre las dos cartas magnas, la redactada en la era de Morsi y la elaborada por el Comité de los 50. La primera se centró en el dominio de una facción en el poder, mientras que la segunda lo hace en las libertades y los derechos de las minorías religiosas y de los más pobres, que fueron ignorados por todas las constituciones previas, sostuvo.
«Deberíamos considerar que esta es una Constitución interina porque fue redactada por un comité no elegido», dice Adel Ramadan, asesor legal de la Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales. Ramadan cree que la consulta popular de este martes y miércoles no solo será sobre la Constitución, sino también sobre la hoja de ruta y la legitimidad del sistema actual, así como un rechazo a la Hermandad Musulmana.