Precursores del impresionismo, militantes de la causa política de la unificación de Italia, constituyen un grupo de artistas muy poco conocido fuera de su país
Es difícilmente explicable que un movimiento pictórico como el de los Macchiaioli sea tan poco conocido fuera de Italia, su país de origen. A una de las salas de exposiciones de la Fundación Mapfre de Madrid ha llegado una nutrida representación de la obra de los artistas que han formado parte de este movimiento pictórico, un movimiento con características similares al impresionismo francés, del que fueron precursores, y que influyó en artistas europeos, entre ellos el español Mariano Fortuny.
Entre el arte y la política
Los Macchiaioli (manchistas) deben su nombre a un crítico que trató de descalificar sus primeras obras por estar compuestas de pinceladas visibles, trabajadas como manchas superpuestas, a diferencia de la nitidez y la geometría exigidas por el rígido dogmatismo de la Academia, a la que los manchistas tenían por una de las instituciones más dañinas para el fomento de las artes. Se trataba de utilizar la mancha en oposición a la forma. La «pittura di macchia» era aplicada con generosidad por este grupo de pintores para representar la forma, pero de otra manera, mediante contrastes de color de intensidades tonales diversas, en busca de una técnica que les facilitase plasmar las relaciones reales entre luces y sombras, sin preocuparse por el detalle.
La aplicación de estas manchas de colores, de claros y de oscuros, era su manera de reproducir las impresiones que recibían del natural, atenuando los contrastes violentos y los tonos, en busca de una relación suave entre la luz y el color. La luz es la característica que resalta en la contemplación de las mejores obras. Una luz cristalina con cielos resplandecientes y contrastes de tonos muy vivos.
Los Macchiaioli formaban un grupo de jóvenes artistas toscanos, residentes hacia 1855 en la ciudad de Florencia (que por entonces vivía una actividad cultural efervescente), que revolucionaron la pintura italiana del siglo XIX buscando además sus modelos fuera de los estudios, en los paisajes al aire libre de la Toscana (las colinas entre Florencia y Siena, la campiña romana, las llanuras de la Maremma y sus marismas, las colinas abruptas que rodean Florencia, los Apeninos), retratando momentos de la vida rural en labores agrícolas y escenas costumbristas en las que reproducían la sencillez rústica opuesta al tumulto de la ciudad, una obra criticada por socialistas y anarquistas porque no se implicaba en la denuncia de la situación social de los campesinos.
Sustituyeron la Academia por el Café Michelangiolo, un centro situado en la Via Larga, actual Via Cavour, muy cerca de la florentina Piazza del Duomo. Una de las salas de este café se convirtió en escenario de debates políticos, artísticos y filosóficos, que convocaba a exiliados, intelectuales y creadores inconformistas dedicados a refutar los cánones impuestos por las instituciones oficiales.
Los Macchiaioli estaban entre los más asiduos asistentes a estas reuniones, presididas por Diego Martelli, un mecenas y crítico de arte, amigo de Degas. El Café Michelangiolo fue también la fragua en la que los Macchiaioli consolidaron el ideario político nacionalpatriótico que les llevó a participar activamente como soldados en las guerras del Risorgimento, que darían lugar al nacimiento del estado nacional italiano.
Serafino De Tivoli y Silvestro Lega participaron como voluntarios toscanos en las batallas de Curtatone y Montanara en 1848, junto a Carlo Lorenzini (y a Collodi, el futuro autor de «Pinocho»). Telemaco Signorini fue artillero en 1859, y en 1862 siguió a Garibaldi. Giovanni Fattori participó activamente en los sucesos políticos de Livorno. Nino Costa combatió en Treviso, en Vicenza y en Roma. Adriano Cecioni fue 'bersagliere' y Odoardo Borrani también fue artillero. Rafaello Sernesi, herido y capturado por los austriacos, murió a causa de las heridas recibidas durante un enfrentamiento en 1866.
La crónica de estas guerras ha sido plasmada por estos pintores en imágenes realistas nada heroicas, en obras que describen violentas acciones militares y retratan retaguardias, enfermerías, prisioneros y soldados cansados: «La primera bandera italiana llevada en Florencia» de Saverio Altamura, «La artillería toscana en Montechiaro saludada por los franceses heridos en Solferino» de Telemaco Signorini, «Bersagliere llevando prisioneros austriacos» de Silvestro Lega, «El jinete estribado» y «El campamento italiano después de la batalla de Magenta» de Giovanni Fattori...
El influjo macchiaioli y los retratos
Su pintura era revolucionaria y poética al mismo tiempo, por lo que influyeron en pintores preimpresionistas europeos, como el español Mariano Fortuny, al que en esta exposición se dedica una pequeña sala con las obras más representativas de este influjo. Llama la atención la influencia de la estética del paisajismo de los Macchiaioli, presente en la fotografía, que cultivaron con pasión, y en artes muy posteriores como el cine.
En este sentido es muy adecuada, en otra de las salas de la exposición, la proyección de escenas de diversas películas de Visconti, que parecen extraídas de los cuadros apaisados de este movimiento.
Otra de las facetas que cultivaron los Macchiaioli fue la del retrato, introduciendo iniciativas revolucionarias para que sus modelos superasen el posado clásico y mantuviesen actitudes naturales delante del artista. A diferencia de los retratos académicos, que resaltaban el rostro y los gestos del modelo situándolo delante de fondos neutros, los nuevos retratistas incluían elementos del ambiente en el que se movían los personajes retratados.
La fotografía, a la que dedicaron una atención primordial, influyó en los hallazgos relacionados con la espontaneidad y la naturalidad de los personajes de sus obras.
Conseguida la unificación de Italia, poco a poco el movimiento de los Macchiaioli se fue diluyendo a raíz de las divisiones que precipitaron su final. La muerte de Raffaello Sernesi en la Tercera Guerra de la Independencia y la de Giuseppe Abbati a causa de la mordedura de un perro al que quería como su mejor amigo, ponen el trágico final al movimiento de estos artistas que antes, durante y después de la unificación, estuvieron siempre contra el poder y vivieron y murieron en la pobreza.