Dicen no tener casa, ni pensión en un futuro, ni trabajo y, por tanto, tampoco oportunidad de cotizar. Aun así lo repiten una y otra vez: «No tenemos miedo». Entre 1.000 personas según la Policía Nacional, 3.000 según la Policía Municipal y 10.000 personas según la organización, se han manifestado en Madrid para protestar contra la reforma laboral y del sistema de pensiones y la mercantilización de la educación pública que Juventud Sin Futuro, la plataforma convocante, considera las causas del declive del sistema de bienestar social.
«¿Cómo puede haber dinero para salvar bancos y cajas y no para nuestra educación pública, nuestras pensiones, para sostener el estado de bienestar y todas las conquistas de nuestros padres?», se pregunta Fabio Cortese, estudiante de Derecho de 19 años y uno de los jóvenes que ha participado en las asambleas universitarias y de centros de Enseñanza Secundaria y Formación Profesional que se han organizado desde que comenzó a gestarse la idea de hacer «algo más» tras la huelga general del 29 de septiembre. «Con todos los recortes y ajustes económicos nos están haciendo pagar la crisis a los más jóvenes», concluye Cortese.
Ha habido consignas y mensajes en pancartas y panfletos críticos ante la subida de tasas universitarias, el precio de la vivienda, el paro - 40 por ciento de paro juvenil, la tasa más alta de la Unión Europea, reclaman-, y las imposiciones del mercado al bienestar general. «Hay una falta de transparencia y democracia brutal en todo lo que tiene que ver con la Unión Europea, que solo se utiliza para evadir responsabilidades de los parlamentos nacionales», denuncia Darío, estudiante de Derecho y Ciencias Políticas de 24 años, mientas sujeta una pancarta con la frase Eurodiputados, parásitos. «Es una vergüenza que los mismos que están recortando nuestro sistema de bienestar social tengan la caradura de no ser capaces de recortar en comodidad en sus viajes cortos», critica, en relación a la enmienda para recortar privilegios que rechazó la Eurocámara hace unos días y que ha levantado gran polémica en las redes sociales.
En la línea de las asambleas horizontales que ya se organizaron especialmente en los últimos cuatro años para protestar en contra de la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior, Juventud sin Futuro es una organización sin cabecillas ni líderes definidos -y sin voluntad de tenerlos-, que actúa de forma consensuada -sin votaciones, con consenso-, en favor de un movimiento unificado.
Precisamente, con la sombra del fantasma de Bolonia, el sector universitario que ha participado en la marcha también se ha manifestado en contra de la Estrategia Universidad 2015, una iniciativa española que responde a la propuesta de la Comisión Europea para modernizar las universidades: «Precariza los estudios y elimina cualquier resorte democrático ya que ni siquiera se va a poder elegir al rector, que será designado por un consejo social, es decir, empresarial, en función de sus intereses», reclama Javier Cruz, estudiante y miembro de la Asamblea de Filosofía y Filología de la Universidad Complutense de Madrid.
También han querido participar en la marcha en apoyo a una juventud en búsqueda de alternativas personas como Rosa, felizmente prejubilada de 60 años. «No hay trabajo, no haya acceso a la vivienda, se prolonga la dependencia de los padres pero tampoco queda otra... A los jóvenes les afecta más el desastre del sistema actual que tenemos pero le afecta a toda la sociedad», advierte.
Una vez desconvocada la manifestación por Juventud sin Futuro y tras haberse leído el manifiesto, un nutrido grupo de manifestantes, al menos 300 personas, ha impedido el paso de vehículos y se ha enfrentado a la policía. Ha habido varios heridos.