Ketsela piensa como otros muchos jóvenes en África, el escaso retorno financiero y las perspectivas poco alentadoras de la economía rural del continente los impulsan a abandonar el campo y a emigrar a las urbes.
Además, cada vez preocupa más que no se esté haciendo lo suficiente para comprometer a la mayor fuerza laboral africana, sus jóvenes, en la producción alimentaria, aunque ellos son la llave para salvaguardar la seguridad alimentaria en el continente, erradicar el hambre y acceder a los mercados alimentarios mundiales.
«No hay suficiente estímulo para que los jóvenes de los países africanos participen en la agricultura . Los agricultores jóvenes necesitan buenos precios para buenos productos, de otro modo los perderemos cuando se vayan hacia las ciudades», plantea Gebremedhine Birega, representante etíope de la organización no gubernamental East and South African Food Security Network.
«¿Por qué deberían hacer el trabajo duro y seguir siendo pobres?», reflexiona durante nuestra conversación.
La proporción de jóvenes en la fuerza laboral de África es la más alta del mundo, con aproximadamente un 35 por ciento en África subsahariana y un 40 por ciento en el norte de África, en comparación con el 30 por ciento en India, 25 por ciento en China y 20 por ciento en Europa.
Las proyecciones del Banco Mundial indican que entre 2010 y 2050 el 60 por ciento del aumento de la fuerza laboral mundial se producirá en África. Se prevé que el crecimiento económico en África subsahariana alcanzará un 6,3 por ciento en 2014, muy por encima de la media mundial.
Pero los dirigentes del sector agrario que han participado en la conferencia regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que tuvo lugar entre el 24 y el 29 de marzo en Túnez, coincidieron en que ese crecimiento prodigioso no se está reflejando loo suficientemente rápido en trabajo para los jóvenes africanos.
Gerda Verburg, presidenta del Comité sobre Seguridad Alimentaria Mundial, nos dijo que la mayor comercialización de la agricultura aprovechará a los jóvenes desempleados en las zonas rurales de África y creará un sector agrícola productivo y rentable. Por lo tanto, fomentará la seguridad alimentaria y creará ingresos decentes y oportunidades laborales para los jóvenes.
«Tenemos que intentar revertir la mentalidad rural que dice que la agricultura es la última opción. Para impedir esta pérdida de mano de obra necesitamos fijarnos en cómo mejorar las perspectivas financieras de aquellos que trabajan en el sector agrícola», dijo.
«Las finanzas del sector privado y las agroindustrias están ayudando a modernizar la agricultura creando cadenas de valor añadido que le pagarán al agricultor más por su trabajo que el mercado local», añadió.
El crecimiento económico en el continente, y las cambiantes tendencias en la dieta de la emergente clase media de África también brindan cadenas de valor atractivas y lucrativas para que los jóvenes productores agrícolas participen en ellas, nos dijo el director general de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva.
«Hay mercados emergentes, como el de la acuicultura, donde estamos viendo un buen potencial para el crecimiento. Más inversiones en estos mercados brindarán mayores oportunidades para el empleo juvenil», señaló.
También se espera que la mayor electrificación del África rural ayude a retener a la población joven en esas áreas y a satisfacer la aspiración de un estilo de vida moderno, donde tienen un papel importante las telecomunicaciones y la conectividad a Internet. Actualmente, menos del 10 por ciento de los hogares rurales de África subsahariana tienen acceso a la electricidad.
Cheij Ly, secretario de la conferencia regional de la FAO, afirma que un importante factor detrás de la decisión de los jóvenes de emigrar hacia áreas urbanas, es la falta de electricidad en las áreas rurales del continente.
«La electrificación es una necesidad fundamental para la economía rural de África. La producción agrícola moderna no es posible sin un acceso confiable a la electricidad. También perderemos a los jóvenes que quieran estar conectados y comunicarse a través de teléfonos y de Internet si estas necesidades no se satisfacen», señala.
Una mayor inversión en la agricultura africana parecía un hecho consumado cuando los líderes africanos se reunieron en 2003 en Maputo para comprometer un mínimo del 10 por ciento de sus presupuestos nacionales para la agricultura y para aumentar el crecimiento agrícola al seis por ciento del producto interior bruto anual para 2008.
Sin embargo, de los 54 países de África, solo nueve –Ghana, Burkina Faso, Malawi, Malí, Etiopía, Níger, Senegal, Cabo Verde y Guinea– lograron mantener estos compromisos.
La baja inversión está causando una baja productividad y desbaratando al sector agrícola de África, que emplea a cerca del 60 por ciento de la fuerza laboral del continente, pero representa apenas un 25 por ciento de su PIB.
La falta de voluntad de los líderes africanos está demorando la expansión agrícola, dice David Adama, de Action Aid International. «Palabras vacías no llenarán estómagos vacíos. Los gobiernos africanos deben cumplir sus promesas y aportar más dinero para la agricultura, además de garantizar que se la aborde mejor para ayudar a los millones de pequeños agricultores, que constituyen la mayoría de sus ciudadanos y producen la mayor parte de los alimentos de África», plantea.
Convertir a la agricultura en un negocio atractivo para la juventud africana debería estar al alcance de sus países. África cuenta con un 50 por ciento aproximadamente de las tierras fértiles y no aprovechadas del mundo, mientras que se espera que las inversiones extranjeras en la agricultura del continente superen los 45.000 millones de dólares en 2020, según las estadísticas del Banco Mundial.
Sin embargo, los jóvenes de África todavía no sienten el empuje de un nuevo «renacimiento agrícola» en el continente.
«Me quedaré y trabajaré en el campo, pero solo si las cosas mejoran aquí. A menos que así sea, me iré a la ciudad y veré si hay algo mejor», dice Ketsela.