«Hemos vivido bajo el imperio de una política económica monolítica y excesiva», comenzaba el periodista Xavier Vidal-Folch su intervención, para criticar la obsesión por la austeridad de estos últimos años. «Hemos estado obsesionados por encoger, y se nos ha encogido hasta el pensamiento», ironizaba para lamentar la «dialéctica de los del norte contra los del sur» que ha surgido a consecuencia de la situación económica.
«Oímos que faltan reformas estructurales, pero la más importante que todavía no se ha hecho es la de nuestro propio cerebro», añadía Carlos Álvarez Pereira, presidente de la Fundación Innaxis. A su juicio, el futuro exige un cambio de paradigma, en el que las finanzas privadas dejen de ser el centro del sistema económico. Cree que la Unión Europea ha pasado estos años de crisis «apagando fuegos» y se ha olvidado de pensar a largo plazo. Según sus datos, entre los países que no han aplicado medidas de austeridad, nos encontramos con casos como el de Estados Unidos o Suiza, donde el PIB ha crecido un 17% y un 23%, respectivamente.
«Hemos querido ser más papistas que el Papa», matizaba Miguel Otero, investigador del Real Instituto Elcano para la Economía Europea y los Mercados Emergentes. Considera que uno de los problemas ha sido seguir al pie de la letra las normas de mercado establecidas por Estado Unidos, y crear un Banco Central Europeo, «tan independiente que ni siquiera puede monetizar deuda», mientras otros países como Japón, Corea, Brasil o Suiza, se han saltado las reglas para salir de la crisis. «Es necesario estabilizar la economía, y crecer», ha añadido Daniel Wright, secretario general de la Organización Internacional de Comisiones de Valores, IOSC, pero advierte: «La Unión Europea no es lo suficientemente fuerte porque tiene debilidades a nivel económico, político e institucional».
Para Guillermo de la Dehesa, asesor internacional de Goldman Sachs, y consejero independiente del Banco de Santander, existe además un problema añadido para los países del euro. «No somos una unión monetaria óptima; tenemos una política monetaria, pero no fiscal», ha criticado. Este hecho ha provocado que los 18 países del euro estén «prácticamente estancados», mientras que los países de la Unión que optaron por no entrar en la moneda única están creciendo «y con una inflación normal».
Draghi, un héroe
A la vista de la mala situación, y de los errores pasados, todos los expertos abogan por un golpe de timón que haga cambiar de rumbo a la política económica. Y para todos tiene un nombre propio: Mario Draghi. «Es un héroe, gracias a él esto no ha terminado en tragedia», opinaba de la Dehesa. «Por primera vez un banquero habla de empleo y demanda», añadía Vidal Folch. «Parece que ha entendido la situación, y aunque su plan no es la solución, supone un primer paso», matizaba Otero.
Consideran además, que el llamado Plan Juncker apunta también en la buena dirección. «Puede ser el primer paso para cambiar el dogma», opinaba Otero. No obstante, para todos es por el momento una medida «insuficiente». «Sigue sin beneficiar a los países más afectados por la crisis», lamentaba el periodista Vidal Folch. Guillermo de la Dehesa tampoco ocultaba sus reticencias. «Sería estupendo conseguir movilizar más de 300.000 millones, pero sin política fiscal y si los países que están bien económicamente no aumentan su demanda interna, no vamos a ninguna parte», advertía.
Precisamente la unión fiscal es a juicio de todos los expertos reunidos por la Fundación Carlos Amberes, un paso clave para seguir adelante. Para todos ellos, los fondos de rescate, los mecanismos de la unión bancaria o las nuevas funciones del BCE son ya en sí mismas un gran paso hacia la unión económica, pero es necesario abogar por una armonización fiscal en todos los estados miembros, algo que se antoja lento y complicado. «Para que haya un conato de unión fiscal se necesita un cambio de tratados, y para ello serán necesarios unos diez años», puntualizaba De la Dehesa.
El proceso tendrá que ir, indiscutiblemente, acompañado de un cambio en la educación. «Es importante crear y retener el talento en Europa», advertía Xavier Prats-Monné, director general de Educación y Cultura de la Comisión Europea, para quien todavía no se ha dado la revolución necesaria en este ámbito. «La educación no debe estar al servicio de la empresa, pero habría que crear personas que puedan utilizar la educación en su vida diaria», advertía. Para Jean Louis Martín, investigador de macroeconomía en Credit Agricole, todavía «hay capacidad e innovación». Y consciente de ello, David Wright añadía: «Necesitamos atraer gente a Europa, como hizo Estados Unidos cuando decidió abrir su sistema educativo al mundo.
La tragedia griega
«El caso griego alimentará todo un género en el futuro, no sé si comedia o tragedia, pero seguro que surrealista», ironizaba Carlos Álvarez Pereira. Para ninguno de los expertos pasa desapercibido que el mayor reto al que tiene que hacer frente la Unión Europea, a corto plazo, es conseguir consolidar la situación económica del país heleno. «Sabemos que no acabará en una quita», reconocía Vidal Folch, que opina que la Unión Europea debería ser generosa con los griegos para compensar los costes sociales de estos años de austeridad. «No podemos arriesgarnos a que salga mal, porque al día siguiente los mercados barren y caerá algún país más», advertía Guillermo de la Dehesa. El presidente de la Fundación Innaxis, Carlos Álvarez Pereira, ha pedido «un baño de realidad» a los políticos, porque cree que todavía hay margen de maniobra. «Más nos vale que acabe bien», añadía Xavier Prats-Monné, quien pronostica un acuerdo de última hora.
A pesar de los problemas, todos los presentes han hecho un llamamiento a la calma y a la reflexión. «Es maravilloso poder estar hoy reunidos para comentar hacia dónde vamos; hemos conseguido afrontar la crisis económica más importante que recordamos», decía Vidal Folch. «Tenemos que darnos cuenta de dónde venimos y a dónde vamos», añadía Miguel Otero, que ha pedido mirar más a las posibilidades que ya tenemos encima de la mesa: «los mercados nos están diciendo: 'por favor, gastad dinero'; está claro que hay un problema de inversión, y hay que hacerlo desde el lado público, pero también desde el privado».
Para Jean Louis Martín, es necesario «vencer el pesimismo europeo porque está frenando el consumo». «El problema es que no creemos en el futuro y en nuestra capacidad de formación», ha lamentado Xavier Prats-Monné. Para superarlo, Daniel Wright ha propuesto apostar por la cooperación entre los países, porque «Europa tiene que hablar con una sola voz y tener claras sus prioridades». «Aunque mucha gente cuestione cómo se está haciendo, hay pocas personas que quieran irse», resumía Vidal-Folch.