Las cooperativas de agricultores generan ingresos para millones de pequeños agricultores, si recibieran un mayor apoyo por parte de los gobierno y la sociedad civil podrían expandirse y tener un mayor efecto contra la pobreza y el hambre, dice la FAO.
«Las cooperativas agrícolas alimentan al mundo» es el lema que ha escogido la ONU para este año, la fecha coincide con el Año Internacional de las Cooperativas y con el día de la fundación de la Agencia de la ONU para la alimentación (FAO) en 1945.
La semana pasada se conoció que en estos momentos hay 132 millones de personas menos que hace 20 años hambrientas, pero todavía 870 millones de personas pasan hambre a diario en el mundo.
El Director General de la FAO, José Graziano da Silva, ha puesto de relieve el papel de las cooperativas como una vía importante para sacar a los pequeños agricultores de la pobreza y el hambre y ha señalado que, a pesar de que en muchos países se produce la mayor parte de los alimentos, los pequeños agricultores tienen poco acceso a los mercados para vender sus productos, carecen de poder de negociación para comprar materias primas a mejores precios y tampoco cuentan con acceso a los servicios financieros. «Las cooperativas agrícolas pueden ayudar a los pequeños agricultores a superar estos obstáculos», ha asegurado Graziano da Silva.
Por su parte el Presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Kanayo F. Nwanze ha hecho hincapié en el papel que juegan las cooperativas: «Desde los cultivadores de té en Ruanda a los centros de recursos ganaderos de Nepal, hay muchos ejemplos de cómo las cooperativas apoyan mejor a los pequeños campesinos, no sólo para que se organicen, sino para aumentar colectivamente sus oportunidades y recursos».
Amigos de la Tierra, desde la Cumbre Mundial de la Seguridad Alimentaria, que se celebra en Roma, hace público un nuevo informe en el que señala que Estados Unidos,
Reino Unido y otros países están financiando la agricultura transgénica en los países más pobres en «detrimento de métodos más adecuados para afrontar el hambre.
Desde el año 2008, con la escalada de los precios de los alimentos, varios gobiernos comenzaron a defender la «intensificación sostenible» de la agricultura como un nuevo método para aumentar la producción sin daño alguno para el medio ambiente. Según Amigos de la Tierra el transfondo es que, a pesar del apoyo público a métodos ecológicos, la financiación sigue siendo mayor para la agricultura transgénica y otros agronegocios que solo favorecen intereses corporativos.
Reino Unido, Estados Unidos y la Fundación Gates han empleado cientos de millones de euros en soluciones tecnológicas para solventar el problema del hambre, entre las que se encuentran los cultivos transgénicos.
La organización ecologista dice que hasta el momento no hay evidencias de que estos cultivos sean más productivos y tengan un rendimiento mayor. No hay cultivos resistentes al cambio climático ni a la sequía. Pero sí se ha demostrado que los transgénicos han aumentado drásticamente el precio de las semillas y han incrementado la aplicación de agrotóxicos.
Los europeos siguen siendo solidarios
A pesar de los malos momentos los europeos siguen siendo solidarios con los más pobres. En España el apoyo no ha variado desde el año pasado (88 %); en Grecia e Italia, ha bajado dos escasos puntos porcentuales, en Irlanda el apoyo ha aumentado en 3 puntos porcentuales (88 %). Solo Portugal ha bajado de forma apreciable (-10 puntos).
Una encuesta que se ha hecho pública este martes dice que el 85 % de los europeos, a pesar de la crisis, cree que la UE debe seguir ayudando a los países en desarrollo. Un 61 % está a favor de aumentar la ayuda para que los ciudadanos de esos países puedan salir de la pobreza. Al mismo tiempo un 55 % de los europeos quiere que se deje de dar dinero a las economías emergentes, un 61 % cree que la ayuda se debe centrar en los países frágiles que han sufrido, conflictos o catástrofes naturales. Aunque solo el 44 % estaría dispuesto a poner más dinero de su bolsillo.
Un 57 % de los encuestados cree que las empresas privadas ejercen un papel positivo creando puestos de trabajo, y un 81 % espera que las empresas extranjeras sigan normas éticas y morales en sus inversiones en esos países.