La Directora de la Escuela Politécnica de la Universidad Europea y varios directores de diferentes departamentos de la institución dejan sus puestos por un día para trabajar en el Banco de Alimentos de Madrid.
«Normalmente, los directivos y empresarios se forman en la Universidad, escuelas de negocios o hacen masters prestigiosos donde básicamente les explican siempre lo mismo, poniendo como ejemplo a las grandes multinacionales de éxito, como Coca Cola o Apple», comenta Patricia García, Socia Directora de Grupo Femxa. Pero en esta ocasión han decidido participar en algo distinto, un programa que les permite conocer de primera mano el funcionamiento de la cadena de producción y logística y las campañas de marketing de la ONG Banco de Alimentos, y posteriormente ver cómo el resultado de ese trabajo llega a diferentes comedores sociales y ayuda a los más desfavorecidos a cubrir sus necesidades básicas.
Formación solidaria es una iniciativa de Grupo Femxa, empresa líder en el mercado de formación en España. «Una de las palabras que más se repetía en el taller era compromiso, porque los voluntarios tenían muy claro que si un día decidían no ir, eso iba a repercutir negativamente en la organización del Banco de Alimentos, y por lo tanto en la alimentación de cientos de personas. Además, la experiencia supuso para los participantes una lección de creatividad y solución de problemas, por ejemplo, qué hacer con más de 100 toneladas de manzanas a las que hay que dar salida mañana para que no se estropeen», comenta García.
Una experiencia única
«El Banco de Alimentos ayuda a muchas personas y provocó en mí un sinfín de preguntas sobre mi propia vida». Así resume Juan José Escribano, Director del Departamento de Informática, Automática y Comunicaciones de la Escuela Politécnica de la Universidad Europea, su experiencia personal en el comedor social. «Fue impactante. Pensaba que iba a tratarse de la típica jornada de trabajo en equipo, realizar actividades intrascendentes para conocer mejor a mis compañeros. Pero me vi sumergido en un profundo viaje interior −comenta Escribano−. Después de haber clasificado palés de azúcar y cargado furgonetas con diversos alimentos, fuimos al comedor social. Sentí la emoción de la entrega por el prójimo y su reflejo. Lloré de emoción, no de tristeza. Comprendí que lavar, planchar y doblar con cariño la camisa a un desconocido es demostrarle sin palabras el respeto que te merece esa persona. Todavía hoy, varios días después, estoy procesando la información emocional de esa jornada para traducirla en acciones personales y laborales».
En el Banco de Alimentos trabajan de forma habitual entre 20-45 voluntarios, la mayoría profesionales jubilados, que prestan sus conocimientos de gestión, capacidades técnicas y manuales de forma altruista, al igual que varios centenares de colaboradores en acciones puntuales. «Además de la incomparable experiencia personal que supone ayudar a los más necesitados, aunque sea por un día, los participantes aprenden una lección que les va a acompañar para siempre: que con pequeñas acciones se pueden conseguir grandes cosas. Las personas comprometidas son más eficientes, están más orientadas a las soluciones que a los problemas y, ante la falta de recursos, proponen ideas que no se ven limitadas por medios económicos. En definitiva, son más creativas y solidarias. Valoran el trabajo de sus compañeros y favorecen la cooperación entre ellos», comenta Patricia García.
La Formación Solidaria que propone Grupo Femxa es una forma diferente de enfocar los programas «Outdoor Training», donde los trabajadores dejan la oficina para llevar a cabo actividades donde poner en práctica competencias como trabajo en equipo, comunicación y liderazgo, así como desarrollar los valores de compromiso y solidaridad. El programa está liderado por el coach Fernando Pozueta, quien lleva impartiendo programas formativos de este tipo durante más de 20 años. «Hoy en día, un trabajador, ya sea directivo o no, tiene que tener claro que para ascender de manera personal o empresarial hay que hacerlo con solidaridad, ya que nos encontramos en un mercado muy competitivo en el que solo pueden triunfar aquellos que saben cooperar», comenta García.
A la Universidad Europea le interesó este proyecto porque «comprendíamos que el compromiso permite afrontar situaciones más allá de los recursos disponibles. La importancia de los pequeños detalles es mucho más trascendental de lo que puede parecer en un principio», explica Isabel Fernández, Directora de la Escuela Politécnica de la Universidad Europea.