El 22 de septiembre, el parlamento iraní aprobó una legislación de título aparentemente inocuo pero con un potencial escalofriante. La ley de «Protección de Niños, Niñas y Adolescentes sin Tutor o con Malos Tutores» permite que un hombre se case con su hijastra o con su hija adoptiva, legalizando así el abuso infantil.
La norma revoca una legislación aprobada en febrero que prohibía esos matrimonios. Sin embargo, el Consejo de Guardianes, un organismo clerical dominado por representantes de la línea dura, desaprobó el texto anterior por considerar que iba en contra de la shariá o ley islámica.
La última versión sumó un artículo, el 27, que establece que un hombre puede casarse con su hijastra o hija adoptiva si la Organización Estatal de Bienestar y un tribunal aprueban esa unión.
Pese a este agregado, muchos iraníes temen que la nueva ley perjudique a miles de familias integradas por hijastras e hijas adoptivas.
Organizaciones feministas iraníes y activistas por los derechos humanos tanto dentro como fuera de Irán organizaron protestas masivas contra la ley en la red social Facebook. Afirman que la norma legaliza la pedofilia, el abuso infantil y las violaciones bajo un disfraz de protección a la infancia.
La mayoría de los iraníes no estuvieron al tanto de la controversia hasta que el mes pasado se aprobó el segundo proyecto en el parlamento.
La sexualidad femenina es uno de los campos de batalla más sensibles en la República Islámica de Irán. Allí, los cuerpos de las mujeres son un asunto político. El control sobre sus cuerpos es un reflejo del poder político. Y su sexualidad es una herramienta para que los más conservadores demuestren su interpretación de la identidad y la ideología islámica.
Aunque Ruhaní ha hablado reiteradamente de su respeto por los derechos femeninos, también ha guardado silencio sobre la nueva ley. Al ratificarla, el 2 de octubre, los 12 conservadores islámicos que integran el Consejo de Guardianes demostraron que todavía tienen poder y control sobre los asuntos políticos más delicados.
Estos son los mismos individuos que, con el líder supremo, ayatolá Ali Jamenei, aprobarán o rechazarán cualquier acuerdo nuclear que haga Ruhaní con Estados Unidos.
Las activistas se preguntan si en el futuro cercano Ruhaní realizará declaraciones sobre la ley de matrimonio. Si el presidente se opone a esta ley radical e inmoral, mostrará que apoya la democracia y los derechos igualitarios para las mujeres. En cambio, si no dice nada, revelará que no resiste -o no puede resistir- a los conservadores islámicos sobre un asunto crucial.
Las mujeres iraníes han dejado en claro que tienen el poder potencial de propiciar cambios en su país, dirigidos a una mayor democracia y respeto a los derechos humanos. También vienen luchando por sus propios derechos desde hace más de un siglo. El movimiento feminista se inició con la Revolución Constitucional iraní de 1906.
En los años 20, las mujeres empezaron a estudiar en universidades, aunque no obtuvieron el derecho al voto y a ser elegidas a cargos de gobierno hasta 1963.
Las mujeres también estuvieron en la primera línea de la Revolución Islámica de 1979 contra el shá Mohammad Reza Pahlevi. Pero el gobierno islámico que reemplazó a la monarquía limitó los derechos femeninos, descartando la progresista ley familiar del shá y reduciendo la edad legal para casarse de 18 a nueve años.
Un movimiento con renovados bríos logró elevar la edad a 13. Actualmente, la media de edad en que las mujeres contraen matrimonio es de 24 años. Las iraníes también han alcanzado un elevado nivel educativo, constituyendo más del 60 por ciento del estudiantado universitario.
Y como las mujeres tienen más educación, el aumento demográfico se ha enlentecido. La cantidad media de hijos por mujer se redujo de siete en los años 60 a dos en 2010.
Ellas también son las más organizadas de la sociedad iraní: hay unas 5.000 entidades que las agrupan. Trabajan juntas para promover sus derechos pese a sus diferencias religiosas, étnicas y políticas.
El esfuerzo más conocido es la campaña Un Millón de Firmas por la Igualdad de Género, promovida por figuras clave como la abogada defensora de los derechos humanos Shirin Ebadi, premio Nobel de la Paz en 2003.
Esa campaña movilizó a varios miles de mujeres que debaten sobre sus derechos y recojen firmas para cambiar leyes que las discriminan.
Más de 70 activistas fueron arrestadas y enviadas a prisión por participar en esta campaña, que fue la instancia más organizada durante el Movimiento Verde de 2009. «Las mujeres construirán la democracia en Irán», dijo Ebadi.
Una victoria para las iraníes es un fracaso para los conservadores islámicos, que consideran parte de su lucha por la supervivencia el control de la sexualidad de las mujeres y la opresión a las organizaciones que velan por sus derechos.
Al negociar con Teherán sobre su programa nuclear, el gobierno de Barack Obama no debería olvidar los derechos femeninos y la necesidad de fortalecer a la sociedad civil, así como los derechos humanos y la democracia en Irán.