Las farmacéuticas occidentales se evitaban así los «problemas éticos» que estos experimentos suscitaban en los países occidentales. En la RDA solo era necesario la firma del médico de cabecera y un testigo.
Durante más de 40 años (entre los 50 y 1989) unas 50 clínicas de la Alemania del Este formaban parte del entramado para probar unos 600 medicamentos. Algunos de los pacientes murieron, y los laboratorios interrumpieron los experimentos. En los datos inéditos del Ministerio de salud de Alemania del Este y el Instituto Alemán de Medicamentos, a los que ha tenido acceso el semanario alemán, se ha descubierto que murieron dos personas durante las pruebas de Trental, un producto para mejorar la circulación de sangre. El medicamento se desarrollaba en los laboratorios del grupo alemán Hoechst West (ya fusionado con Sanofi) y en los de Sandoz, en Magdeburgo, adquirida actualmente por el grupo suizo Novartis.
Según Spiegel, las empresas ofrecían 80.000 marcos de la RFA por cada estudio y en algún caso, como el de la clínica universitaria de la Charité, (la más importante de Berlín del Este), llegó a recibir hasta 6 millones de dólares de aquella época. Las empresas involucradas aseguran en el semanario, que estos hechos se remontan a mucho tiempo y que las pruebas obedecían a protocolos estrictos.
La federación de investigadores farmacéuticos señala que, «en la actualidad no hay razón para sospechar que había algo irregular», concluye Der Spiegel.