Mario Queiroz
Lisboa, (IPS) - La victoria de Francia al lograr que la Unión Europea (UE) excluya al sector audiovisual de las negociaciones para un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos ha desembocado en una guerra sorda entre el jefe ejecutivo del bloque, José Manuel Durão Barroso, y el mandatario francés, François Hollande.
En los últimos días, Hollande ha sumado apoyos de todos los sectores intelectuales de los 27 países de la UE, mientras que el portugués Barroso, acusado de proteger más los intereses de Estados Unidos que los propios, ni siquiera puede contar con el sostén de su propio país.
La polémica nació cuando el presidente de la Comisión Europea (CE), el brazo ejecutivo de la UE, calificó de «reaccionaria» la exigencia francesa de excluir al sector audiovisual y cultural del acuerdo con Estados Unidos.
«No puedo creer que el presidente de la CE puede haber hecho esas declaraciones sobre Francia ni que tenga esa opinión sobre los artistas que se manifestaron», replicó Hollande, en alusión a los cineastas que firmaron una declaración, difundida por Internet el 22 de abril, pero que solo ahora ha adquirido una especial dimensión política.
Entre los firmantes, se encuentran cineastas tales el grecofrancés Costa-Gavras, el español Pedro Almodóvar, los italianos Bernardo Bertolucci, los hermanos Vittorio y Paolo Taviani y Ettore Scola, el británico Mike Leigh y el austriaco Michael Haneke, entre otros, y que cuenta con el apoyo de los estadounidenses Steven Spielberg, David Lynch y Harvey Weinstein.
La insistencia de Francia, de mantener la excepción cultural en la liberalización comercial con Estados Unidos, «forma parte de una agenda antiglobalización que considero completamente reaccionaria», afirmó Barroso en una entrevista con el International Herald Tribune, el 17 de este mes.
En la óptica del presidente de la CE, proteger la diversidad cultural no significa aislar a Europa. «Algunos se dicen de izquierdas, pero en verdad son culturalmente profundamente reaccionarios» y «no comprenden los beneficios que la globalización acarrea incluso bajo el punto de vista cultural», insistió.
El tono de la polémica subió al aparecer viejas rencillas, donde los detractores del ahora pro estadounidense Barroso, recuerdan su inmersión en la derecha lusa a comienzos de los años 80 directamente desde el Movimiento Revolucionario del Partido del Proletariado/Partido Comunista Portugués Marxista Leninista (MRPP/PCP-ML).
El lunes 24, el presidente de la Sociedad Portuguesa de Autores, José Jorge Letria, ironizó en un artículo en el diario lisboeta Público sobre que «mucha suerte tuvo el presidente Hollande, al no haber sido considerado 'revisionista' o hasta 'social-fascista', en caso de que el Dr. Durão Barroso hubiese recuperado el léxico de combate de su juventud maoísta».
Para el exdirigente del MRPP/PCP-ML, «progresista sería alinearse con los intereses comerciales hegemónicos de Estados Unidos, que podrían representar una reducción preocupante del mercado audiovisual para los realizadores europeos», sentenció.
«¿Será que Pedro Almodóvar, Mike Leigh, David Lynch, Costa-Gavras o Michael Haneke son reaccionarios?», se preguntaba Letria.
Hollande se mantuvo inflexible en imponer la «excepción cultural», con la exclusión «clara y explícita» del área audiovisual. Eso congeló el comienzo de las negociaciones, hasta que el día 14 los gobiernos del bloque asumieron como posición europea la exclusión del sector, a condición de que pueda discutirse, en caso necesario.
Gracias ello, las negociaciones para el acuerdo transatlántico de inversiones y comercio, que en principio se durarán dos años, comenzarán en julio en Washington.
Costa-Gavras dijo el mismo día 14 en el Parlamento Europeo que «el señor Barroso es un hombre peligroso para la cultura europea».
El cineasta portugués Antonio Pedro Vasconcelos señaló que el político exmaoísta converso a la derecha «es un hombre claramente al servicio de los intereses estadounidenses».
Vasconcelos jugó un papel crucial en la génesis del proceso de la excepción audiovisual en 1993. Entonces, presidía un programa de ayuda a los «pequeños países» de la UE y dirigió un grupo de expertos de la CE, dentro de las negociaciones con Estados Unidos dentro del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que dio paso a la Organización Mundial del Comercio.
En aquel momento, el grupo logró que el sector audiovisual «quedase fuera del GATT, lo que provocó la furia de los estadounidenses, encabezados por el presidente de la poderosa MPAA (Motion Pictures Association of America), Jack Valenti», nos explica Vasconcelos.
«Le recordé a Valenti que la 'discriminación positiva' era un medio legítimo que en ciertos momentos de la historia, las minorías tienen que defender», añadió.
Citó el ejemplo de los afro-americanos, «que peleaban hace mucho por su adecuada integración en la industria, quejándose por el aumento de su 'cuota' por delante y por detrás de la cámara, como él bien sabía, y en ese momento, nosotros, los cineastas europeos, éramos ´los negros de Europa`».
De esa manera, «lo audiovisual quedó fuera de los acuerdos del GATT», cuenta el cineasta.
En su negociación con Valenti percibió la importancia que tenía para Estados Unidos «la aprobación sin reservas de un acuerdo que mataría la industria europea», afirma.
Eso, aseguró, allanaría el camino «para la competencia desleal con los países que practican formas de trabajo esclavo, niveles insostenibles de contaminación, falta de respeto por los derechos humanos y por lo tanto, con ventajas económicas, a precios insoportables para la competencia».
Si la MPAA hubiese ganado la batalla hace 20 años, «ese día, la Europa social y culta que conocíamos habría terminado», pero ahora, dos décadas después, Durão Barroso ha retomado el tema y de repente «se ha ofrecido a renegociar los acuerdos del GATT», concluye Vasconcelos.
La polémica ha rebasado la frontera audiovisual y los políticos, en especial los franceses de todos los sectores, han abierto un fuego cerrado contra Barroso.
El ministro francés de Industria, Arnaud Montebourg, deploró el lunes 24 que se ejerza «una presión considerable sobre los gobiernos elegidos democráticamente, lo que hace inaceptable tener un presidente de la CE que sostiene que todos los que son contrarios a la mundialización son reaccionarios».
Montebourg lamentó la pasividad de la UE, «que no responde a las aspiraciones populares de los europeos y que da fuerza a los partidos nacionalistas y anti-europeos». Barroso es «el combustible del Frente Nacional», la organización francesa de extrema derecha, concluyó el ministro socialista.
También ha criticado a Barroso la derecha de la UE a la que pertenece, congregada en el Partido Popular Europeo.
La eurodiputada Rachida Dati, exministra de Justicia del gobierno francés del conservador Nicolas Sarkozy (2007-2012), exigió que Barroso «debe irse y de prisa», por «ineficacia» y por «inclinarse ante Estados Unidos».
En los casi 10 años de mandato de Barroso al frente de la CE, «su falta de coraje y su ineficacia han perjudicado decididamente y mucho a los europeos», dijo Dati.