El encuentro es importante: es otra señal de que el mundo que conocemos está cambiando rápidamente. Para la agenda del BRICS es primordial la búsqueda de un compromiso para reactivar la estancada ronda de Doha de conversaciones en la Organización Mundial del Comercio y la necesidad de presionar en busca de reglas más justas para el intercambio de productos agrícolas y de otras áreas clave.
El bloque BRICS también explorará vías para estimular el crecimiento y el desarrollo en general en África a través de más comercio, inversiones, transferencia de tecnología y apoyo financiero. Los cinco países además examinarán propuestas para crear su propio banco de desarrollo, una iniciativa especialmente audaz.
La disposición de los países del BRICS para ofrecer sus propias nuevas iniciativas de desarrollo e ideas políticas es una clara señal del cambiante panorama mundial, examinado en el Informe sobre Desarrollo Humano 2013, «El ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso», que se acaba de publicar.
Este cambio drástico en la dinámica global, sin embargo, va bastante más allá del BRICS. Según el informe, más de 40 países en desarrollo han hecho avances inusualmente rápidos en el desarrollo humano en las últimas décadas. Juntos representan la mayor parte de la población del planeta, así como una creciente proporción del comercio y del rendimiento económico mundial.
El progreso de esos países, medido en términos de desarrollo humano, se aceleró marcadamente en la última década. Esas naciones, diversas en geografía, cultura y política, comparten el mismo sentido de pragmatismo y compromiso con la gente, como se puede ver por sus inversiones en educación, salud y protección social, así como por su participación en la economía global.
No son economías rígidas ni partidarias del libre mercado a ultranza. Están guiadas por lo que funciona para sus propias circunstancias nacionales. Los propios países del BRICS, aunque no solo ellos, son motores clave de este ascenso del Sur.
Como documenta el Informe sobre Desarrollo Humano 2013, están contribuyendo al desarrollo en otras partes del Sur a través del comercio, las inversiones y la asistencia bilateral. Ahora hay muchas oportunidades para aprovechar las experiencias colectivas del Sur y beneficiar a países que no se desarrollan tan rápido.
El informe 2013 propone convocar a una nueva Comisión del Sur, basándose en el ejemplo pionero de la que a fines de los años 80 lideraron Julius Nyerere, entonces presidente de Tanzania, y Manmohan Singh, ahora primer ministro de India. A través de esa comisión, los líderes del Sur podrían presentar sus propias recomendaciones para una gobernanza global más inclusiva y efectiva en el siglo XXI.
Como demuestra la cumbre del BRICS, las naciones del Sur no están inactivas, esperando a que las reformas en la gobernanza global sucedan por sí solas. Están poniendo cada vez más energía y recursos en nuevos instrumentos de cooperación política y económica, incluyendo a instituciones regionales del sudeste asiático, del sur de África y de América del Sur, así como del Golfo, del Caribe y el grupo Ecowas (Comunidad Económica de Estados de África Occidental).
Tienen buenas razones para hacerlo. Si se coordina bien, a través de lo que el informe de 2013 define como «pluralismo coherente», con un claro consenso en metas compartidas, este ecosistema en evolución de agrupaciones bilaterales, regionales e internacionales puede promover un desarrollo humano sostenible en las próximas décadas.
La acción multilateral sigue siendo crucial para problemas que demandan soluciones globales. El cambio climático es quizá el ejemplo más urgente. Sin embargo, el sistema de gobernanza mundial diseñado a mediados del siglo XX se distancia cada vez más de las realidades del siglo XXI.
China, por ejemplo, es la segunda mayor economía internacional, y tiene reservas de divisas por más de tres billones de dólares, más que todas las de los países europeos unidas. Sin embargo, cuenta con menos votos que Francia y Gran Bretaña dentro del Banco Mundial. África y América Latina también tienen representación insuficiente en importantes foros internacionales.
El ascenso del Sur no implica un eclipse del Norte. El desarrollo humano no es un juego, en el que unos ganan y otros pierden. Todos se benefician de un mundo más sano, más educado, más próspero y más estable. Una asociación Norte-Sur más equilibrada puede ayudar a alcanzar esas metas.
Una mayor voz para el Sur también significa más responsabilidad, una responsabilidad compartida a la hora de resolver problemas y sostener el progreso. Además, un Sur más involucrado y con éxito beneficiará al Norte, a través de su dinamismo económico y su colaboración para afrontar los desafíos globales.
Como dice el Informe sobre Desarrollo Humano 2013, el Sur aún necesita al Norte, pero, cada vez más, el Norte también necesita al Sur.