El estudio, elaborado por un equipo de investigadores liderado por Gert-Jan Nabuurs, del Instituto Europeo de los Bosques (European Forest Institute, EFI) asegura que desde 2005, la cantidad de CO2 atmosférico absorbido por los árboles del continente se ha desacelerado, entre otras causas, por el descenso del volumen de los árboles, la deforestación y el impacto de los cambios naturales por el clima, la acción humana, etc
El concepto de sumidero de carbono o secuestro de carbono se refiere al proceso de extracción de CO2 de la atmósfera y su almacenamiento en un depósito, en este caso natural, a través de la fotosíntesis que retiene en la planta el CO2 atmosférico. El sumidero de carbono no disminuye las emisiones de CO2 pero sí reduce su concentración en la atmósfera, con lo que es un efectivo mecanismo para luchar contra el calentamiento global.
Según los autores del estudio «Las primeras señales de saturación de sumideros de carbono en la biomasa forestal europea», gran parte de los bosques de Europa están llegando a una edad en la que el crecimiento y la absorción de carbono, se ralentiza. El Dr. Nabuurs explica en el artículo que «la saturación se refiere al punto en que los sumideros naturales de carbono no pueden mantener el ritmo y absorber el carbono atmosférico adicional que provocan las acciones humanas», unas emisiones de carbono que «habían aumentado mucho en los últimos diez años, principalmente por el crecimiento de las economías emergentes de países como China, India y Brasil».
A pesar de la mejora en los bosques continentales observada en los últimos años, tras siglos de declive y deforestación, «una garantía de que actuarán como sumideros de carbono por varias décadas más» como reconocen los investigadores; el estudio destaca tres evidencias que demuestran que esta capacidad está llegando a sus límites.
Sumideros de carbono saturados
«En primer lugar, la tasa de incremento de volumen del tronco de cada árbol en particular está disminuyendo y con ella el volumen de los árboles y su capacidad de absorber CO2», explica el artículo. «En segundo lugar, el uso del suelo se está intensificando, lo que conduce a la deforestación y a pérdidas de carbono asociadas y, en tercer lugar, las agresiones como incendios forestales, tormentas, especies invasoras, están aumentando y, con ellas, se debilita la masa de bosque», añade el texto.
Los autores concluyen que, aunque los bosques europeos están cada vez más cerca de su capacidad máxima, existen prácticas de gestión y políticas forestales que pueden mejorar el volumen de los bosques y reducir su velocidad de saturación como sumideros de carbono.
Aunque no existe una solución única adecuada para todos, los autores señalan que es necesario un cambio en la forma en que valoramos y gestionamos nuestros bosques. «Los países deben darse cuenta de que un sumidero de carbono basado en la biomasa forestal no puede mantenerse para siempre. Sólo a través de una gestión adaptada localmente, se puede conseguir el equilibrio entre actuar como sumidero de CO2 y mantener un flujo continuo de productos derivados de la madera y la biomasa para conseguir bioenergía», proponen los autores.
«Un sumidero de carbono es sólo una de las funciones de los bosques y debe valorarse con respecto a otros servicios y productos, a veces va más allá de los límites del sector forestal, lo que requiere una mejor coordinación que afectaría más allá de las políticas forestales», explica en el artículo Nabuurs.
«Los bosques antiguos de Europa son necesarios en cuanto a su diversidad y valor natural y los responsables políticos de la Unión Europea tienen que tener claro que, en ciertas regiones, en hábitats de gran valor, la atención debe centrarse en los bosques, mientras que en otras regiones quizá haya que concentrarse más en la producción de madera y en rejuvenecer el bosque», proponen los investigadores.
Según el informe «El Estado de los Bosques de Europa» de 2011, considerado el estudio más completo de su género, los árboles cubren casi la mitad de la superficie terrestre de Europa y absorben alrededor del 10 % de las emisiones de gases de efecto invernadero anuales de todo el continente.