El cineasta Danny Boyle, director de «Trainspotting» y «Slumdog millionaire» ha dirigido una ceremonia muy cinematográfica, como no podía ser de otra forma, en la que la magia de las luces, la música, el fuego y los miles de participantes dieron espectáculo. Por el estadio olímpico pasó la representación de la historia del Reino Unido, pero también los símbolos de la cultura británica, su huella en el cómic, en el cine o la literatura, con el actor Kenneth Branagh recitando a Shakespeare, con Mary Poppins, James Bond o Harry Potter. Y mitos vivientes del deporte, como David Beckham llevando la antorcha olímpica en una lancha por el Támesis.
No hay límites para el humor británico y en Londres 2012, la mismísima reina llegó al estadio olímpico en paracaídas protegida por el agente 007 o Mr. Bean se ríe del «fair play» y hace trampas en la carrera mítica de «Carros de fuego». Irreverente Boyle fue decididamente divertido.
Fue una ceremonia ágil, trepidante en la sucesión de scketches, simpática en el desfile de casi 200 delegaciones de deportistas de los países participantes y sorprendente en el encendido del pebetero. Una fórmula original con el fuego que aportó cada país hasta fundirse en una sola llama olímpica que iluminará estos Juegos de 2012.
Para terminar, el fin de fiesta con otro de los iconos británicos, Sir Paul McCartney cantando «Hey Jude» con los miles de espectadores que abarrotaron el estadio de Straford. Se calcula que otros mil millones de espectadores lo han visto por televisión.